Opinión

Vísperas andaluzas

La atención política está pendiente del Sur. Estas vísperas andaluzas se presentan agitadas. Los candidatos llegan agotados y con el cuchillo entre los dientes. Se da el contrasentido de que los que ahora se acuchillan saben que tendrán que sentarse a pactar el lunes. Entonces les cambiará la cara. Es el juego convenido, aunque no sea muy edificante para los electores. Las solemnes declaraciones de la campaña electoral asegurando que con estos ni a misa ni a los toros, se quedarán en papel mojado nada más conocerse los resultados. Esta vez nadie se aventura a asegurar lo que va a pasar el domingo. Domina la incertidumbre. El estallido del bipartidismo convierte la previsión en mucho más compleja. Sólo parece seguro que nadie va a estar en condiciones de gobernar en solitario y que los acuerdos de investidura y de gobierno no van a ser fáciles, si hacemos caso a las encuestas y a las posiciones previas de las distintas fuerzas políticas.

La inmensa bolsa de voto cautivo que ha ido acumulando el Partido Socialista en Andalucía, con buenas o malas artes, desde el comienzo de la autonomía, hace prever que volverá a ser la fuerza más votada. Pero se observa un cierto cansancio del electorado. Apuntan deseos de cambio. Esto se ve en la irrupción de Adelante Andalucía por su izquierda y en el previsible crecimiento de Ciudadanos por la derecha. Ninguno de los dos se lo va a poner fácil a Susana Díaz para que siga en San Telmo. O eso han dicho. Ya veremos. La actual presidenta en funciones se ve seriamente perjudicada por el escandaloso caso de los ERE y me parece que mucho más por la errática política de Pedro Sánchez y sus compromisos en Cataluña, donde rebrota el malestar y el alboroto y fracasa la pacificación sanchista.

Lo normal en estas circunstancias es que hubiera el domingo en Andalucía un vuelco electoral hacia la derecha. Sería una salida razonable y probablemente beneficiosa. Desde luego, resultaría tranquilizadora y significativa. Marcaría claramente el futuro político nacional. No es del todo descartable, pero parece poco probable, por la división de la derecha, partida en tres, y por la situación del PP en fase acelerada de reconstrucción. Si no hay cambio moderado hacia la derecha, habrá giro radical hacia la izquierda con la alianza de socialistas, comunistas y toda la patulea de podemitas, los amigos de los separatistas catalanes. Esto consagraría el triunfo de Pedro Sánchez sobre su antagonista, Susana Díaz, y dibujaría un futuro oscuro para los andaluces y para España.