Opinión
Tres generaciones
Vivimos en una sociedad en la que la imagen prima en la opinión pública. Y los que la manipulan lo saben. Por eso algunos políticos reclamaban la República precisamente el mismo día en que visualizamos en el Congreso de los Diputados la eficacia de la monarquía constitucional. El cuarenta aniversario de la Constitución ha querido celebrarse de manera especial: actos en las sedes de los tres poderes, conciertos, artículos, exposiciones, homenajes... Podría parecer un exceso ante una efemérides no tan redonda, pero las circunstancias han ayudado: el desafío independentista catalán, y los que quieren cambiar el modelo de convivencia. Unos y otros convocaron ayer mismo manifestaciones y silencios frente a un hemiciclo que se enorgullecía de los últimos cuarenta años de nuestra historia. Y aplaudían a los Reyes. A los anteriores y a los actuales. Tampoco es que la Corona haya llegado inmaculada. Se ha llevado lo suyo y la abdicación de don Juan Carlos fue consecuencia de errores propios y ajenos, pero el balance no puede ser más positivo. Al lado del anterior Soberano estaba doña Sofía: otro modelo; a su derecha los cuatro ex presidentes del Gobierno, y a la izquierda los tres padres de la Constitución que sobreviven. También unos y otros cometieron sus errores, como señaló hace unos días el propio José Pedro Pérez Llorca recordando los trabajos constitucionales. Pero allí estaban. Y por encima de los cambios que han revolucionado la vida nacional y que siguen aconteciendo, la Constitución ha permanecido y ha sido, como ha escrito Felipe González en El País, una garantía para la convivencia. Que ya es mucho. Y habrá que hacer reformas, como dice el ex Presidente, pero siempre con ese mismo objetivo de «preservar la convivencia libre y pacífica que nos dimos antaño». Y en esa defensa –también es justo reconocerlo- el papel de la Corona ha sido crucial. Hace unos días escuchamos a la Princesa de Asturias leer la Carta Magna. No se eligió al azar el contenido de su primer acto oficial. Y viéndola ayer en el estrado, junto a los Reyes, su hermana, y a pocos metros de sus abuelos –no chirrió en absoluto el protocolo- comprendimos por qué algunos se empeñan en destruir la Corona. Esas tres generaciones de monarquía constitucional son la garantía de una continuidad en nuestra historia reciente. Y los son, porque, sencillamente, han preservado la convivencia de los españoles.
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