El trípode del domingo

«El diablo quiere destruir España»

España no parece estar en riesgo de naufragio inminente, pero más vale prevenir que curar

El miércoles 17 de junio de 2015, al mediodía y en el monasterio Mater Ecclesiae ubicado en los jardines vaticanos junto a la Basílica de San Pedro donde entonces residía el Papa emérito Benedicto XVI, hizo esa afirmación. Fue durante una prolongada audiencia de la que existe un acta que recoge esa afirmación, así como de su posterior desarrollo y de cómo impedirlo, todo ello afirmado por él. Estuvo presente también un cualificado y cercano colaborador suyo durante su Pontificado, que al finalizar la audiencia y visiblemente emocionado, quiso que constara todo ello en un acta al considerar que «el Espíritu Santo le había inspirado a Benedicto lo que había dicho y que un día debería conocerse». Han transcurrido más de 10 años desde entonces y ciertamente hay motivos para pensar que aquello, pueda conocerse hoy ante la situación que está atravesando España, y sobre todo para aplicar las «armas» con las que el diablo sería derrotado y no podría consumar su deseo destructor. En el acta se recoge el porqué de ese odio diabólico a España, enunciado por él: «Porque conoce la misión histórica de España al servicio de la Iglesia de Jesucristo», añadiendo lentamente: «La Evangelización de América por España; su misión durante la Contrarreforma; la persecución religiosa de los años 30 del pasado siglo…» Y prosiguió enunciando las «armas» para derrotarle, y muy lentamente dijo: «La humildad, la oración, el sufrimiento… y la devoción a la Santísima Virgen». Vemos que todas ellas son armas «espirituales», lo que significaría que esa batalla sin duda es una «batalla espiritual». Ante el rearme militar que actualmente se propone, sería oportuno aplicar también estas otras armas, cuando menos en el caso específico de España. El acta termina con un gran mensaje de esperanza por parte de Benedicto XVI: «Tengan confianza; como en el Evangelio del próximo domingo; en el momento oportuno el Señor actuará. El diablo no destruirá España». Ese evangelio –del domingo 21 de junio de 2015– era el de san Marcos 4, que narra el episodio de los discípulos navegando por el mar de Galilea, en el que Jesucristo calma una tempestad que va a hacer naufragar a la embarcación. Ante lo cual, muy asustados, se dirigen al Señor que descansaba a popa: «¡Señor, que perecemos!». E incorporándose, increpó al viento y al mar y súbitamente se hace la calma. ¿Quién es este que hasta el viento y el mar le obedecen? Él les dijo: «Hombres de poca fe, ¿por qué tenéis miedo?». España no parece estar en riesgo de naufragio inminente, pero más vale prevenir que curar; y con gran esperanza en el futuro. Siempre con esas armas.