Opinión

Empate y gracias

El PSOE y el PP, los dos partidos tradicionales que quedan en España, están empatados en intención de voto, según el sondeo que publica este periódico. Recoge el clima de opinión de este mes de diciembre, después de las elecciones andaluzas. Tiene poco que ver con las previsiones del CIS de Tezanos. El bipartidismo, que ha regido los mejores años de la convivencia democrática en España, parece estar cada vez más en entredicho. Cada uno de ellos roza a duras penas la atracción de un cuarto del electorado (los socialistas, el 24,8% y los populares, el 24,4%). Entre los dos no alcanzan por primera vez la mitad de los votantes. Ambos pierden fuerza respecto a las pasadas elecciones. Los que sufren más caída –ocho puntos y pico– son los populares, que se ven afectados seriamente por la irrupción con fuerza de Vox, que se lleva en la alforja, nada más salir al mercado, dos millones de votos, el 8,7%. Es la gran revelación de este sondeo. El partido de Abascal, escisión del PP en sus orígenes, ha llegado para quedarse.

Con relación a las últimas elecciones, el PSOE de Pedro Sánchez sube un par de puntos, que no parecen consolidados. En las dos fuerzas nuevas, Podemos y Ciudadanos, las tendencias son contrarias: el partido de Pablo Iglesias baja considerablemente (del 21,2% al 17,2%), mientras que el de Albert Rivera (del 13,1% al 18%) está en rampa de lanzamiento y se sitúa en la tercera posición. Es lógico que, acosado por su derecha y su izquierda, el partido de Pablo Casado, a pesar de todos los esfuerzos realizados, no consiga despegar como esperaba. Es más extraño que el PSOE de Sánchez, a pesar de la prima de ocupar el Gobierno y la bajada ostensible de Podemos, no se distancie de su principal perseguidor.

Este tipo de sondeos, cuando aún no hay elecciones a la vista, tienen un alcance relativo. Sirven únicamente para conocer las tendencias en un momento dado. Muchas cosas pueden cambiar según evolucione en los próximos meses la crisis catalana, que, en opinión de la mayor parte de los observadores, va a ser un factor determinante a la hora de depositar el voto en las urnas. Esto ocurrirá previsiblemente el otoño del año que viene, después de la prueba de primavera con los comicios europeos, autonómicos y locales. Lo único que puede adelantarse con cierta seguridad es que, a la hora de la verdad, va a haber cinco importantes partidos compitiendo. Este aumento de la competencia es la gran novedad que se avecina.

El año 2018, ciertamente agitado, el más inestable y oscuro políticamente de los cuarenta años de Constitución, acaba con algo menos de seis millones de españoles dispuestos a votar a cada uno de los dos grandes partidos que han llevado hasta ahora el peso de la vida pública y que han ido alternándose al frente del Gobierno. Ciudadanos y Podemos, las dos fuerzas nuevas que trastocaron la política nacional y que llegaron con aires renovadores, cuentan con cuatro millones de votos cada uno. Hasta ahora sólo han conseguido que aumentara la confusión. Y viene a la zaga Vox, con una irrupción inesperada gracias a dos millones de seguidores y con una evolución imprevisible. La incertidumbre lo ensombrece todo. Sólo la generosa capacidad de pactos hará posible la gobernabilidad en este país.