Opinión

Morir embelesado

Según el Firenzepost, un hombre de 70 años ha sufrido un infarto en los Uffizi, ante el «Nacimiento de Venus». Lo salvaron cuatro médicos romanos, turistas también, y está ingresado en el Hospital Careggi ¿Se puede morir de belleza? Stendhal lo describió en 1817, tras salir de la Basílica de la Santa Cruz: «Me latía el corazón, la vida estaba agotada en mí, andaba con miedo a caerme». Acababa de ver juntas las obras de Giotto, Brunelleschi y Donatello –ente decenas más– y las tumbas de Galileo y Miguel Ángel. El director de los Uffici, Eike Schmidt, no parece sorprendido: «Ha ocurrido varias veces, no sólo en la sala de Botticelli, sino también ante a la Medusa de Caravaggio».

A veces persigue uno un cuadro y se siente desilusionado al topárselo. «El dormitorio de Arlés», de Van Gogh, es decepcionantemente pequeño en el Museo de Orsay. Después supe que el pintor hizo dos versiones mayores, y pude visitar la de Ámsterdam. Pero también puede ocurrir que el original supere con creces las expectativas. No tendría ni quince años cuando me perdí en los Uffici. Mi padre retrocedió para buscarme y se enfadó cuando me encontró embobada, precisamente frente al Nacimiento de Venus. Me sobrecogió hasta perder el sentido del tiempo. Es maravilloso que la belleza conserve este poder sobre nuestro corazón. Si alguna vez me ocurre como a este hombre delicado de Florencia y ven que no hay remedio, recuéstenme de forma que pueda ver el cuadro. Qué esperanza anticipar la Eterna Hermosura.