Opinión

Urnas

Decía Paco Umbral que España sigue siendo un país sin resolver que siempre vota a los Reyes Magos. Eso parece. Y el español, por más vueltas que dé la historia y aunque llegue a entrar en la Academia, como se da el caso, siempre vuelve a lo mismo. No deja nunca de ser un neomudéjar con boina.

Esto se nota más cuando es año electoral, como éste que acabamos de estrenar. Entramos en 2019 con mal humor generalizado. Es el característico humor electoral. La cercanía de las urnas anima el cotarro político y descompone al personal. Cada partido se dispone a defender su territorio con falsas promesas y el cuchillo entre los dientes. Luego cada cual se dispone a repartirse el botín con el vecino acuchillado. El que avisa no es traidor. Habrá que abrocharse los cinturones y cargarse de paciencia. Vienen turbulencias. Se suceden las descalificaciones, se crean falsos estereotipos, se montan trincheras y se fabrican cordones sanitarios. La larga campaña electoral empieza ya en esta cuesta de enero. Estas son algunas de las novedades: el mapa político está descompuesto y nadie sabe cómo se va a recomponer. La agitada campaña coincidirá con el proceso a los separatistas catalanes. Estos, cuyo comportamiento es un elemento clave de la política electoral, apuestan por el socialista Pedro Sánchez, que ni siquiera ha sido elegido en las urnas. Esta preferencia de Junqueras, Torra y compañía dará que pensar a muchos votantes socialistas, que pueden manifestar su disconformidad en los comicios de primavera. Por lo pronto, los «barones» regionales del PSOE, después de lo de Andalucía, se disponen a distanciarse del «sanchismo» para salvar el sillón y los otros muebles.

El potente surgimiento de VOX, la gran novedad, una escisión del PP por su derecha, que no se diferencia mucho de la Alianza Popular original de Fraga, centra y purifica al PP, pero le corta el vuelo y lo disloca todo. Podemos mengua inexorablemente y Ciudadanos, en tierra de nadie, se deja querer por unos y por otros, y puede acabar, manoseado, como el objeto que se utiliza y se olvida.

Es lo que pasa con los regalos de los Reyes Magos. Los juguetes acaban pronto, después del entusiasmo inicial de los niños, olvidados y rotos en un rincón.

La gente desconfía cada vez más de la democracia representativa o liberal, que, según Ortega, «es el tipo superior de vida pública hasta ahora conocido». Pero una vez más el español se acercará a las urnas sin fe, pero con la ligera esperanza de que los Reyes le traigan por fin el regalo soñado.