Opinión
Todo perfecto
«Todo perfecto», anunció a los periodistas Cristiano Ronaldo mientras desfilaba de la mano de su pareja –vestido de pasarela, no de reo– a la salida de la Audiencia que le condenó por haber cometido cuatro delitos fiscales, aunque le dejó sin antecedentes penales porque intercambió sus dos años de condena por el pago de una multa de 360.000 euros. Todo perfecto: a 180.000 el año de cárcel sale más bien barato si tenemos en cuenta el lucro cesante que tendría que asumir el futbolista si la justicia española fuera algo más seria y tratara a todo el mundo con el mismo rasero. Pero resignémonos porque la justicia no está para esos menesteres y, además, el público aplaudía y pedía autógrafos al encausado, que para eso mete goles.
Ya lo dijo hace más de medio siglo el viejo profesor Garrigues: en España hay delitos de caballeros que se tratan como pecados veniales. Hacía referencia, como correspondía a su especialidad de catedrático de Derecho Mercantil, a las violaciones contra las leyes de la competencia, pero bien podríamos haber extendido sus consideraciones, en aquella época, a los terrenos de la corrupción y el fraude fiscal. Afortunadamente el país ha ido cambiando y ahora los corruptos han caído en el descrédito –no sé si para mucho tiempo, ya se verá– a pesar de que, para la mayoría de ellos, las cifras de Ronaldo –un fraude de catorce millones de euros que, tras la negociación, se ha quedado en el cuarenta por ciento– son inimaginables, pues, con el rigor requerido, los jueces los han metido en la cárcel por bastante menos.
En cuanto a las infracciones de la competencia, las cosas han ido mejorando sin duda, gracias sobre todo a la Comisión que preside el profesor Marín Quemada, aunque de vez en cuando los tribunales nos dan sustos inconcebibles para cualquier economista medianamente sensato. Y todo hay que decirlo, los consumidores entiende más bien poco de esto y no son infrecuentes las veces en las que desean ponerse en manos de gobiernos regionales y locales capturados por lobistas y grupos de presión.
Y queda, cómo no, el enorme pozo del fraude fiscal. En esto los avances penales han sido claramente insuficientes y se ven lastrados por una concepción negociadora de la fiscalía –y la Agencia Tributaria– que prefiere más el pájaro en mano –o sea, los 18,8 millones que le van a cobrar a Ronaldo– que la equidad y la justicia fiscal. En esto de los impuestos está claro que no todos somos iguales y que algunos pueden pasearse por las Audiencias sin temor. A otros, en cambio, les cae la mundial. Todo perfecto.
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