Opinión

Solo negocios

A falta de política, pirotecnia. Seleccionadores de baloncesto en la edad de pasear a los nietos como fórmula para asaltar la capital de la gloria. Primero fue la moción de censura tras meses repitiendo que el PSOE en ningún caso pactaría con las fuerzas reaccionarias del intento del golpe de Estado en Cataluña, los herederos de ETA o los lacanianos peronistas que aspiraban al «sorpasso».
Después vino la obscena pretensión de mantenerse durante dos años en Moncloa por más que en el paquete propagandístico de la citada moción hubiera subrayado en rojo que se trataba de una maniobra destinada a desalojar al partido de la corrupción y convocar elecciones. Ahora llega la entronización de un paracaidista. Precisamente el proceso que acabó con el imperio de la vieja guardia, que lo había defenestrado no bien comprobó sus ansias cesaristas y su alegre disposición a aliarse con el populismo.
Que Pedro Sánchez quiebre la neutralidad, desoiga el malestar de las bases, ningunee a quienes le pedían que el aparato evite posicionarse y finalmente venda como suyo al aspirante Pepu Hernández está en su naturaleza. Traiciona la esencia misma de las primarias igual que antes hizo lo propio con el 155. Para Sánchez, presidente cuántico, que hace o dice cosas distintas o iguales dependiendo de mil factores atomosféricos, no rige otro principio que la supervivencia ni más credo que la conservación del poder. Si por el camino toca enviar al dicharachero Pablo Iglesias como emisario por las cárceles, humillar a los inspectores de educación, desautorizar a la Abogacía del Estado, presionar a los jueces del Supremo, coquetear con la posibilidad de abandonar en Bélgica al instructor del juicio contra una presunta organización criminal que a punto estuvo de acabar con la democracia o si conviene premiar con el BOE la Cataluña gobernada por el autor de panfletos racistas, pues se hace y a ver qué dicen las encuestas. Si el augur Redondo y el druida Tezanos le explican que el pueblo aplaude, pues un dos tres, un pasito pa´ lante, María, y si los ciudadanos arrugan la naricita y opinan en contra, pues un dos tres, un pasito pa´trás. «Tengo derecho a poder posicionarme y a decir cuál es el mejor proyecto. «Pepu está hoy aquí por la petición que yo le he hecho». Palabra del hombre que ayer no más decía ante las cámaras de Telecinco que si alcanzaba a dirigir el PSOE nunca tendría en su ejecutiva «a un responsable político que crea una sociedad interpuesta para pagar la mitad de los impuestos». La solución, formulada por Carmen Calvo, pasa por distinguir las palabras del candidato Sánchez de las del presidente Sánchez. Ni que decir tiene, advertir contra las sociedades y rodearte de gente pertrechada de ellas, o alabar las virtudes de las primarias y recurrir al dedazo parece tan consustancial al hoy presidente, e incluso al aspirante que recorría España en un coche muy gastado, como las gafas tintadas y esa sonrisa Kennedy a bordo del Falcon. Son solo negocios.