Opinión
Espejo, espejito...
Al aceptar la figura del «relator» en unas posibles negociaciones con los secesionistas, el Gobierno ha sembrado la duda de hasta qué punto no habrá aceptado ya otras de las propuestas contenidas en los célebres 21 puntos que Torra entregó a Sánchez en diciembre. Es irremediable, por mucho que en su momento se dijera que Sánchez los había ignorado.
Lo peor, sin embargo, no es eso. Lo peor es la sensación de que los 21 puntos van más allá de una simple propuesta y reflejan con precisión el alma misma de la izquierda española. Y eso con independencia de que los votantes del PSOE, en un 85%, no se identifiquen con la posición del Gobierno de Sánchez.
En su propuesta, los secesionistas tuvieron la habilidad de incluir algunos puntos generales. Fuera de contexto, como es evidente que quieren que sean leídos, son de difícil refutación, más aún por quienes se consideran titulares únicos de lo que enuncia el texto. En esta categoría están los puntos 7 a 14, con exclusión del 12, que fuerza un poco la nota: regeneración, derechos, ética política, separación de poderes... Nadie se atrevería a oponerse a esto (salvo Alfonso Guerra, que en su momento, en un arrebato de valentía, decretó la muerte de Montesquieu).
Tras las generalidades –nunca mejor dicho– vienen los aspectos más izquierdistas bajo el apartado de la «desfranquización» de la sociedad española. Aquí se combina la ideología antifranquista con el «antifeixisme», y la impunidad de los crímenes del «franquisme» (los burgueses catalanes saben mucho de esto) con las «fosas comunes». El revuelto, impreciso y propagandístico como es, sin duda suena muy bien a los oídos de un gobierno que ha hecho del asunto una de sus señas de identidad. El espejo que le tienden los secesionistas difícilmente podría ser más halagador. Hermanos gemelos, se podría decir.
Entre unas cosas y otras, llevamos ya 14 puntos de los 21. De los siete restantes, uno ya fue aceptado (el del «relator») y de los demás sólo el 2 (derecho de autodeterminación del «poble de Catalunya») y el 6 («La via judicial ha de quedar enrere») son inaceptables. Los otros son lugares comunes, que el Gobierno de Sánchez se hace la ilusión de poder controlar. Qué bien conocen los secesionistas (o nacionalistas) a la izquierda española.
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