Opinión

La tentación de un espejismo económico

Pierre Moscovici, francés, socialista, comisario europeo de Asuntos Económicos y amigo de la ministra Nadia Calviño echó ayer una mano al Gobierno de Pedro Sánchez. La Comisión Europea presentó sus previsiones para 2019, que incluyen una rebaja adicional de 0,1 puntos del crecimiento esperado de la economía española. El PIB subiría un 2,1% en lugar del 2,2% estimado hasta ahora, según los técnicos de Bruselas. En 2018 aumentó un 2,5% y en 2017, un 3%. La desaceleración económica es un hecho. Moscovici, no obstante, quitó hierro a la rebaja de una décima de las previsiones para España, que de rebote se beneficia de que en Europa preocupan más Italia, ya en recesión, y Alemania, que crecerá un raquítico 1,1%, aunque en 2020 empezará a repuntar, mientras que España seguirá en declive.

Las previsiones algo más pesimistas de la Comisión Europea coinciden –décima más o décima menos– con las revisiones a la baja realizadas por el Banco de España, Funcas o la AIReF. Sólo el BBVA mantiene el optimismo y cree que la economía crecerá un 2,4%, aunque también otea nubarrones en el horizonte. La situación económica española –con la salvedad no menor del paro– parece sólida, «robusta», como califica la Comisión Europea a la «demanda interna». Los datos de España parecen mejores que los de Italia, Alemania o Francia, aunque las incertidumbres se acumulan. Las cifras con las que trabajan las ministras Montero y Calviño resultan increíbles para todos los expertos, con y sin Presupuestos. El déficit público para 2019, que deberia ser del 1,3%, parece ya en febrero un objetivo imposible y los más optimistas no lo bajan del 2%, que son más de 20.000 millones de euros. El Gobierno, en año electoral, insiste en una política expansiva, es decir, gastar mas, y eso puede traer problemas. Angel de la Fuente, director de FEDEA (Fundación de Estudios de Economía Aplicada) acaba de advertir de «que si no hay ajuste estructural no tendremos margen para las próximas crisis».

El inquilino de la Moncloa corre el riesgo de tropezar en la en la misma piedra que José Luis Rodríguez Zapatero, que se negó a ver la crisis e incluso presumía de que España jugaba en «la Champions League de las economías del mundo». Las dramáticas consecuencias son conocidas. Ahora, además, todo se agravaría porque España, con más de un billón de deuda, no podría financiarse en el exterior como lo hizo para afrontar la Gran Recesión. La rebaja de previsiones de la Comisión Europea no es dramática, pero confirma una tendencia peligrosa y Pedro Sánchez puede quedar atrapado en la tentación casi irresistible de un espejismo económico que, como todos, también se desvanecerá en el instante antes de alcanzarlo.