Opinión

#Yonovoy... pues vaya si fueron!

No afirmaré que hay «un antes y un después» a partir de la multitudinaria concentración de ayer en una madrileña plaza de Colón, que siendo de por sí grande se quedó pequeña, ni mucho menos entraré en esas absurdas guerras de cifras, «Shares» y «EGMs» de participación cuando se trata en realidad de algo tan científicamente sencillo –y a veces se ha hecho– como medir cuadrículas y cabezas humanas por metro cuadrado desde el «ojo de águila» de un dron. Pero desde luego a nadie hoy en el «día después» le cabe ninguna duda de que estamos hablando de una concentración masiva, con independencia de que las consecuencias a nivel político se hagan notar no de inmediato, sino como suele ocurrir en estos casos con un cierto efecto retardado. Tal vez por ello resulten más chocantes los intentos desesperados en los días previos a la convocatoria por parte de sectores y formaciones cercanas al «sanchismo» –puesto que hubo mucho PSOE poniéndose de perfil– para señalar a los convocantes de Colón como la rabiosa derecha obstinada en truncar el diálogo y empecinada en desalojar al presidente de La Moncloa... cosas que hay que oír. Pero por encima de todos esos intentos, me llamó la atención de forma especial, por lo indicativo y casi diría que entrañable, esa campaña en las redes sociales lanzada por el «PSC» en la que los socialistas catalanes bajo el lema #YONOVOY clamaban contra la asistencia a un acto en el que los Casado, Rivera o Abascal –sin ahorrar claro está imágenes de Aznar y hasta de Franco de haberlo permitido el tiempo de montaje– pretendían regresarnos a nuestro más oscuro pasado, «las derechas se echan a la calle». No hace falta rascar mucho para colegir que el vídeo-campaña del PSC ha sido irrelevante, pero también –y esta es la cuestión– revelador a la hora de reparar en la irrealidad en la que se encuentran instalados partidos como el de Miquel Iceta, empeñados en seguir arrogándose una condición de decisivos más que menguada en Cataluña e inexistente en el resto de España.

Cuando la gente se echa a la calle en Madrid o vota como hace un par de meses en Andalucía en clave de castigo a Sánchez, ni siquiera se está reparando en los Iceta, Artadi, Aragonés o Xucla a los que en muchos casos ni se conoce ni ganas que hay por conocerlos del Ebro para abajo, sencillamente se está demandando, en una nación donde no faltan los problemas acabar con el privilegio de la bilateralidad frente a quienes por desgracia ya se han acostumbrado a situarse de igual a igual en toda negociación con el estado. Lo de ayer en Colón pero también en otras plazas de España va a ser muy leído entre líneas no sólo por el gobierno sino por sus socios en una semana que arranca con el juicio del «procés» y el debate de presupuestos y precisamente de esa lectura podrá depender que el popular Casado –si no se le adelantan– continúe ponderando la moción de censura, lo único que retrataría a todos en el parlamento con independencia de las nulas aunque no relevantes opciones numéricas de éxito. Atentos a las próximas jugadas.