
Opinión
Pedro no quiere ser «el breve»
Joan Tardà, el volcánico pero correcto portavoz de ERC en el Congreso –en contraste con el muy desabrido Gabriel Rufián– dejó la incógnita en el aire minutos después de que el pleno de la Cámara, también con sus votos, tumbara los Presupuestos de Sánchez, defendidos en última instancia por la aguerrida ministra Montero con el estilo de un mitin electoral. Tardà, tranquilo y sin estridencias, respondió ante las cámaras, a la pregunta de si, a pesar del fiasco presupuestario, el PSOE podría gobernar: «Yo diría que sí» contestó, afirmación que abre el portillo de la resistencia gubernamental.
Los Presupuestos rechazados por el Congreso fueron alumbrados por el Gobierno como cuentas instrumentales, con el objetivo de ganar tiempo y aumentar el gasto con fines electorales. También eran los Presupuestos de Podemos y, de forma deliberada, eludían la mayoría de acuerdos suscritos entre el líder del PSOE y Pablo Iglesias, para evitar la contabilización de un déficit que hubiera sido escandaloso. Sin embargo «esas medidas están ahí, a la espera del momento oportuno para llevarlas al Congreso», como apunta el Instituto de Estudios Económicos, la última institución de una larga serie –desde el Banco de España al Círculo de Empresarios– que ha criticado esas cuentas, en unos casos por «dañinas» y en otros por «increíbles». El peligro inmediato de unos Presupuestos con «agenda oculta de gasto» se ha conjurado, pero solo por el momento, porque el equipo de Sánchez tiene planes –están explicados– para gobernar durante meses, incluso tras un revés parlamentario como el de ayer y que, a pesar de todo, destila un aroma extraño. Los que tenían en su manos que los Presupuestos vieran la luz votaron en contra, pero preferirían que la legislatura se prolongara, sobre todo ahora con el juicio del «procés» iniciado. Tenían que mostrar fortaleza ante sus votantes radicalizados, pero rezan –laicos incluidos– para que el PSOE siga al frente del Gobierno.
La pelota está en el tejado de Pedro Sánchez. Hay precedentes de batacazos históricos de gobernantes que adelantaron comicios, seguros de su éxito, y se equivocaron. Jacques Chirac y Artur Mas, por ejemplo. El inquilino de La Moncloa convocará elecciones si está convencido de que seguirá en el Gobierno. Sin embargo, hay riesgos que generan dudas, porque nadie está a salvo de un error de cálculo, tampoco el mejor gurú. Sánchez no quiere ser «Pedro el breve», pero puede serlo, incluso más que Leopoldo Calvo Sotelo. (Y ¡ojo!, la prima de riesgo subió ayer un 11.65%, una barbaridad).
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