Opinión

El peligroso retraso económico español

Carlos Solchaga, cuando era ministro de Felipe González, defendía que «la política es casi siempre economía». Mariano Rajoy, que llegó a La Moncloa con la peor situación económica en décadas, se centró en los asuntos económicos, evitó la catástrofe y abonó la recuperación y la fortaleza de la que ahora presumen los ministros de Sánchez. Rajoy olvidó el componente político –humano y sentimental– y pagó el precio en las urnas. El ex presidente es, quizá, el paradigma de aquella confesión de Juncker, presidente de la Comisión Europea: «Sabemos lo que hay que hacer para salir de la crisis, pero no sabemos cómo ganar las elecciones después».

Pedro Sánchez, que ahora en sus memorias reescritas por Irene Lozano presume de empatía con Rajoy, es mucho más pragmático que su predecesor, un pragmatismo adornado con dosis algo subidas de picardía, hasta cierto punto canalla, que tanto encandilan a sus partidarios. Para Sánchez, quizá por eso haya tan poca química con González y Solchaga, «la política es política» y todo lo que no permita alianzas o arrastre votos es secundario. Los Presupuestos que tumbaron los independentistas catalanes, con gran cabreo del PNV que tampoco quería adelanto electoral, eran un despropósito, agravado por su fracaso. Hay gasto –aprobado por Decreto– ya en marcha, sin que los ingresos que permitirían pagarlo estén ni tampoco se les espere. Hasta la ministra Montero, en un arranque de realidad, ha reconocido que en sus cuentas había un agujero de 8.200 millones y que, ahora, sin Presupuestos, el déficit aumentará en 13.800 millones de euros, un auténtico disparate.

Las elecciones del 28 de abril condenan a España a otro año sin Presupuestos, pero el gran problema es el parón institucional en un momento delicado. La economía alemana se estancó en el cuarto trimestre de 2018. Italia está en recesión y llegan noticias preocupantes de China y de Estados Unidos. España mientras tanto, como presume Sánchez, crece al 2,5%. Olvida, como ya ocurrió con la Gran Recesión en tiempos de Zapatero, que el ciclo económico español acumula un cierto retraso –unos meses– y que incluso la historia cercana demuestra que cualquier enfriamiento económico europeo y mundial contagia a España sin remedio. Sánchez, que a pesar de todo es economista, quizá ha querido adelantarse y pedir el voto antes que las vacas flacas vuelvan a notarse en la calle. Es su picardía que, como tantas veces, pospone la aplicación de la medicina necesaria en el momento adecuado. Otra vez, como una maldición, el peligroso retraso económico español.