Opinión

Las barbas de tu vecino

El único objetivo de Pedro Sánchez consiste en permanecer en La Moncloa. Otra crisis económica amenaza Europa y, cuando llegue, España no quedará al margen. No está inmunizada. Todo lo contrario. La historia reciente enseña que cuando pintan bastos económicos, España sufre –sobre todo con aumentos del paro– mucho más que sus vecinos. También por eso tarda más en recuperarse. El líder del PSOE, que es doctor en Ciencias Económicas, debería saberlo. Sin duda es así, pero ahora no le preocupa y descarta aplicar cualquier medicina preventiva. Sánchez solo piensa en ganar las elecciones. Cree que la mejor fórmula es «gastar» y, sobre todo, intentar transmitir que se gasta en temas sociales. Al fin y al cabo, «gobernar es gastar» y, en tiempos de Zapatero, su ahora número dos, Carmen Calvo, ya explicó que «el dinero público no es de nadie».

El partido que gobierna siempre tiene un «plus» en las elecciones. Puede adoptar medidas populares, sufragadas con dinero público, para atraer voluntades y que luego pagarán, con impuestos, todos los ciudadanos. Los últimos decretos leyes del Gobierno son el mejor ejemplo y todos van acompañados de una factura importante. El coste –unos 5.000 millones–, sin embargo, no provocará la ruina de la economía, aunque «un grano no hace granero, pero ayuda al compañero». El problema es que el Gobierno elude afrontar los males de fondo y ahora no quiere saber nada de los nubarrones que se avecinan y que anuncian desde la OCDE hasta el BCE que preside Draghi, con Luis de Guindos de vicepresidente, y que sí ha tomado medidas. A finales de 2007 y principios de 2008, justo antes de las elecciones de marzo de ese año, Zapatero y su equipo negaron una crisis evidente.

No sólo no adoptaron medidas, sino que echaron más leña al fuego. Aumentaron los gastos, incluido el cheque bebé y los famosos 400 euros para todos los ciudadanos y también un aumento salarial generoso para los funcionarios. «Lo efectivo es darle dinero a la gente», llegó a decir Jesús Caldera, ministro de Trabajo. El PSOE ganó las elecciones, pero España cayó en un pozo económico –el paro llegó a los cinco millones– del que tardaría un decenio en salir, sin que todavía estén restañadas todas las heridas. España sobrevivió a la «Gran Recesión», a pesar de aquellas políticas económicas, porque partía de una situación en la que no había déficit y la deuda pública era muy reducida.

En muy poco tiempo, déficit y deuda se dispararon y apenas sirvieron de paños calientes para la crisis. Años después de dejar el Gobierno, Zapatero reconocería que cuando llegó a La Moncloa no sabía qué era el dinero. Cuando lo descubrió, obligado por la Unión Europea, llamada de Obama incluida, ya era muy tarde. Los políticos también tropiezan en la misma piedra, sobre todo si hay votos por medio. Sánchez puede repetir el error de su predecesor. El problema es que ahora puede ser irreversible. España mantiene un déficit estructural –diferencia entre ingresos y gastos esenciales y permanentes– de 35.000 millones, y casi 1,1 billones de deuda. Además, para mantener el Estado en funcionamiento con todas sus prestaciones, todos los años debe pedir prestados 220.000 millones, incluido el pago de los vencimientos.

El impacto de otra crisis sería tremendo. España tendría dificultades para pagar su deuda y eso significaría un rescate total del país que, ahora sí, vendría acompañado de recortes drásticos en el Estado del Bienestar, bajadas de pensiones incluidas. Todavía hay tiempo para prevenir, pero nada indica que se vaya a hacer. Quizá se evite el desastre, pero los ajustes tras las elecciones generales, gobierne quien gobierne, están servidos. Cuando las barbas de tu vecino (Europa) veas pelar...