Opinión
La tesis
Con la tesis doctoral de Pedro Sánchez, presidente ocasional del Gobierno y candidato a seguir en la Moncloa, se comprueba que antes se coge al mentiroso que al cojo. El dirigente socialista no ha hecho caso a la advertencia de Cervantes: «La palabra que yo doy en el campo, la cumpliré en la ciudad y adonde quiera, sin serme pedida, pues no se puede preciar de caballero quien toca en el vicio de mentiroso». Ni de caballero, ni, por supuesto, de político honrado, que merezca el respeto y el voto de los ciudadanos. Cualquier dirigente europeo en su misma circunstancia tendría que desistir de presentarse a unas elecciones, salvo que aclare antes fehacientemente el gravísimo embrollo de la dichosa tesis, sin perjuicio de la urgente intervención ya de la Junta de Rectores y de la Fiscalía. La convocatoria electoral y los mutuos temores de los dos principales partidos han dado carpetazo a la comisión del Senado sobre el particular cuando más falta hacía. Un presidente del Gobierno, o que aspira a ese puesto, tiene un deber añadido de ejemplaridad.
El asunto no es de pequeña monta. Es falso que hubiera habido un test antiplagio como se informó desde Moncloa con membrete oficial. Ni favorable ni desfavorable. Nada. «No ha habido actuación pública en el proceso de verificación de la autenticidad de la tesis del presidente del Gobierno», declara, a petición de es.diario, el Consejo de Transparencia y Buen Gobierno. O sea, aquello fue un engaño a la opinión pública, urdido en un despacho de Presidencia para salvar la cara de Pedro Sánchez. «La tesis del presidente –aseguraron entonces– supera ampliamente los “softwares” de coincidencias». Y se quedaron tan anchos. Hasta se inventaron el porcentaje –mínimo, claro– de esas coincidencias registradas. Todo mentira, por lo visto. Ahora resulta que Moncloa ni encargó, ni tiene, ni conoce tal informe, difundido entonces con el sello oficial. Así que tampoco debe dar cuenta del coste. No costó un duro.
Con esta última revelación, aumentan las dudas sobre la autoría de la tesis doctoral de Pedro Sánchez. El candidato se presenta a las elecciones bajo sospecha de fraude. Por el bien de todos, empezando por el crédito del histórico Partido Socialista, convendría disipar cuanto antes esta sospecha, que parece cada vez más razonablemente fundada. No se trata de una humareda propia de campaña electoral. Es preciso saber la verdad, aunque, como dice también Cervantes, «la verdad siempre anda sobre la mentira, como el aceite sobre el agua». Así parece en este caso.
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