Opinión

Eurodiputado por Flandes

Carles Puigdemont es un activista infatigable pero que, desde su detención y puesta en libertad en Alemania, no corre ningún riesgo personal. Tampoco tiene la mínima intención de someterse a la justicia española y, mucho menos, ir a la cárcel. El anuncio de que como europarlamentario electo tendría inmunidad y podría volver a España forma parte de su propia campaña de agitación permanente en vísperas electorales, españolas y europeas. La última ocurrencia de Puigdemont, difundida en las últimas horas por sus más fieles, es que podría concurrir a los comicios europeos por Flandes (Bélgica), algo que, de ser elegido, le garantizaría convertirse en parlamentario europeo y disfrutar de la inmunidad de la que gozan sus miembros, aunque tampoco está claro hasta dónde alcanza. La idea parece estrambótica, pero no es nueva. El verano pasado, el 2 de agosto, el diario flamenco Het Laaste Nieuws publicó que el partido independentista de Flandes, Nueva Alianza Flamenca (N-VA), había ofrecido a Puigdemont un puesto en sus listas al Parlamento Europeo. Los independentistas flamencos y su líder Bart De Wever han sido algunos de principales apoyos del ex-presidente de la Generalitat en su exilio belga. Nadie confirmó ni desmintió aquella noticia veraniega, y ahora el entorno del líder catalán retoma la propuesta, aunque solo sea como rumor desestabilizador y para llamar la atención. Habrá más propuestas disruptivas. Gonzalo Boye, uno de los abogados del político huido, ya ha avanzado que habrá abundante diversión hasta las elecciones.

El objetivo de Puigdemont es poner, una y otra vez, contra las cuerdas al Estado español y mantener vivo el asunto catalán internacionalmente. No cederá, con la martingala de la inmunidad, como ahora, o con cualquier otra. Además, el adelanto de las elecciones generales españolas le ha beneficiado. Ha aprovechado para quitarse de en medio a los teóricos «moderados» del PDeCAT, que planeaban dar un golpe interno en el partido tras los comicios europeos y municipales. La gran batalla de Puigdemont, no obstante, es ahora con Junqueras y ERC, con un primer asalto el 28-A, en una pugna electoral de presos y prófugos. El huido de Waterloo quiere endurecer su posición para rebañar votos y lograr los diputados precisos para imponer su soñado bloqueo. Mientras, amaga con su posible inmunidad y con ser europarlamentario por Flandes, pero lo último que hará será ponerse a tiro de la Justicia española. Tiene pavor a la cárcel y por eso será tan precavido como fanfarrón.