Opinión

Nosferatu Iglesias

Es volver Pablo Iglesias y acordarme de Nosferatu el vampiro. Transilvania, el deseo del conde Orlok de comprar una casa amplia y solitaria en Wisborg, por la que está dispuesto a pagar una importante suma de dinero, las tinieblas, la oscuridad. No lo puedo remediar. Cada vez que habla o propone una medida me imagino una España en negro.

Quiere prohibir por ley que los bancos financien las campañas electorales de los partidos, por salud democrática, para que la banca no tenga más poder que los diputados. Desconocía que nuestra democracia andara con problemas de salud cuando los préstamos son públicos y sometidos al control del Tribunal de Cuentas.

Y esto lo propone quien para financiarse su «nada despreciable vivienda» acudió a solicitar un préstamo acompañado del tesorero de su partido a la entidad bancaria que casualmente trabaja con su formación. La democracia mejoró en salud.

Lo propone quien financia su campaña a través del «crowdfunding», sistema que no está regulado, que no tiene obligación de hacerse público, y en el que hay constancia de donaciones de 1.200 euros de personas cuyo salario es de 900 euros. Ahí la democracia también mejoró en salud.

Bajo el paraguas de garantizar el derecho a la información, propone que los bancos no puedan invertir ni tener participaciones en los medios de comunicación para proteger al ciudadano de posiciones dominantes de opinión. Lo dicen quienes pidieron controlar TVE y han sido acusados de utilizar el chantaje y el acoso a periodistas que no escriben al dictado. ¿Permitirán que los medios de comunicación tengan publicidad de las empresas del Ibex? Por salud democrática, espero que el próximo 28-A, una España libre le haga olvidar el primer canto del gallo como a Nosferatu el vampiro, porque nadie es dueño de la multitud aunque crea tenerla dominada.