Opinión
Alaska
Después de intentar la desconexión a las bravas, después de que la policía autonómica funcionara como policía política, después de quemar el Estatuto y chulear a los tribunales, después de gastar cientos de millones en propaganda y de aprobar unas leyes que anunciaban un Estado bananero donde a los jueces los nombrarían ellos y los partidos que no comulgasen con el IDEAL serían proscritos, después de que sus socios en la moción de censura exigieran doblar el brazo de la abogacía del Estado y los fiscales, después de décadas del 3% y prédicas de un padre de la patria convencido de que el andaluz era un hombre disminuido o roto, después de alimentar el discurso político con las peores deyecciones románticas y apuntalar su edificio ideológico en la más pura xenofobia, después de transformar la lengua materna del 30% de los habitantes de una autonomía en barrera de acceso que impide el libre concurso de todos los españoles y de asistir impertérritos a la limpia de funcionarios de educación en los ochenta, después de someter al edificio legal a una presión inaudita y predicar por las cancillerías europeas que en España hay presos políticos, palo y mordaza, después de pasarse por el forro que el territorio pertenece a todos, y el principio de igualdad, y después de dar por buenos los privilegios, las tarjetas sanitarias al gusto, los medios públicos comprados, los manuales de educación impresentables, el abandono de las clases populares que fueron a servir a sus casas y trabajar en sus fábricas, después de la permanente tergiversación de la historia, de contarnos que la Guerra Civil fue un conflicto entre Cataluña y España cuando la represión más feroz tuvo lugar en lugares como Valladolid o Málaga mientras Madrid resistía 3 años y sus abuelos recibían de rodillas a Franco, después de permitir la homologación de quienes hacen política en base a unas coartadas étnico culturales directamente prefascistas y de ignorar que la soberanía corresponde al pueblo español en su conjunto va Sánchez y ni siquiera menciona Cataluña entre sus propuestas y remata Iceta con el 65%. Dando por hecho que no hay nada que hacer en este país sin el concurso de una izquierda vendida al oportunismo más cainita, y asumida la asombrosa torpeza de un centro derecha aturdido por el siniestro ascenso de Vox, la verdad, apetece exiliarse en Alaska.
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