Opinión

Si se produce una desgracia

Los abogados de las defensas merecen un libro. O un príncipe. O un dentista. Algún día hemos comentado las extraordinarias dotes de Andreu Van del Eynde.

Abogado de Siddharta Gautama, o sea, del Buda Gautama, aka Oriol Junqueras.

Un letrado de una habilidad prodigiosa. Con unos reflejos dignos de una pantera onza. Capaz de lograr que los testigos digan exactamente lo que menos interesa a su cliente. Fue legendario su interrogatorio al coronel Pérez de los Cobos, que recordaba mejor que él sus propias declaraciones ante la juez, y que Van del Eynde tenía delante, en un papelito. Ayer estuvo inmenso. Le interesaban mucho los partes médicos de los agentes agredidos durante el 1-0. Dicho y hecho, uno de los testigos recordó que acudió a centro sanitario y «La doctora no nos quiso atender en una primera instancia. De hecho se reflejó en una diligencias que no nos quiso atender en una primera instancia». No fue el único guardia civil o policía nacional con problemas para ser examinado por los galenos. Los mismos, oigan, que por otro lado registraron cientos de inspecciones y visitas como fruto de un parte de heridos que aspiraba a ser el de la playa de Omaha y, afortunadamente, se quedó en un testículo. Del carajal solo se salva Melero, extraordinario. Excepto, ay, esta semana. Cuando casi consigue un cara a cara entre Ferran López y De los Cobos. Más le vale que el tribunal no le conceda su deseo y acabe, como la santa que citaba Capote, llorando por las plegarias atendidas.

Ayer y anteayer nadie como Javier Pina, abogado del dúo de doo-wop Jordi Turull & Josep Rull, para erizar los nervios del generalmente resignado Marchena. «Si quiere, testifica usted», llegó a decirle el presidente de la Sala. «Esto no es serio, señor Pina». No lo era. Tampoco lo fue el día anterior. Cuando Pina leyó un atestado de lesiones a medias y hubo que pedirle que aparte de constatar que el agente no presentaba hematomas en la espalda leyera el párrafo dedicado a las lesiones en el resto del cuerpo. «Señor letrado», le explicó Marchena, «si leemos un documento, lo leemos íntegro. Y si no lo leemos, esperamos a la prueba documental y usted hace aflorar ese documento en el instante en el que la Sala va a empezar a valorar el acopio documental que hay en la causa». Por lo demás y para variar volvimos a escuchar, por boca de un mando de los Mossos, la voluntad de Puigdemont de declarar la independencia «si se produce una desgracia».