Opinión

500 medidas

Pablo Casado presentó ayer en Barcelona el programa electoral del PP con nada menos que ¡500 medidas! Y aunque aprovechó su intervención para cargar contra Pedro Sánchez, que para eso está en campaña, algunas de las medidas –no todas claro– sí necesitan algún comentario.
La recentralización es una de las ideas estrella del programa, entendiendo como tal «reforzar la presencia del Estado en todas las comunidades autónomas; (...) paralizar la cesión de nuevas competencias; abrir cauces para que las comunidades puedan devolver competencias al Gobierno central, y garantizar la intervención en todo el territorio nacional de la Policía y la Guardia Civil». Un rescate en toda regla de las viejas aspiraciones del PP.
Otra de las propuestas más contundentes se refiere a la bajada de impuestos. Propone eliminar los de sucesiones, donaciones, patrimonio y actos jurídicos documentados y colocar el tipo máximo del IRPF por debajo del 40% y el de sociedades por debajo del 20%. Nada que ver, obviamente, con la política fiscal de Rajoy. Falta hacía.
El PP propone en Educación «apoyar la red pública, concertada y privada» para que los padres puedan elegir el colegio que quieran para sus hijos. Y sobre el uso del castellano en las comunidades autónomas en las que hay lenguas cooficiales, propone que la lengua común pueda ser también lengua vehicular. Algo de eso ya lo hizo en las comunidades donde mandaba.
Casado ha dicho varias veces sobre el aborto que prefería la ley de supuestos de 1985 a la de plazos de 2010. Pero no ha querido llevar esta idea a su programa y sí varias leyes de apoyo a la maternidad. En esa línea, el Partido Popular se opone a regular la eutanasia y propone extender los cuidados paliativos. Muchas propuestas proceden de lo sucedido en Cataluña, como la recuperación del delito de convocatoria ilegal de referéndum; la aplicación del artículo 155 en «el tiempo que resulte necesario»; la prohibición por ley de los indultos a condenados por delitos de sedición o rebelión, y modificar la ley de financiación de partidos políticos «para impedir que lleguen fondos públicos a los que atentan contra la unidad y los intereses de la nación». Y se preguntarán: ¿y por qué no hicieron todo esto cuando mandaban? Pues porque –por si no se habían dado cuenta– el PP de Casado no es, definitivamente, el mismo que el de Rajoy.