Opinión
Iglesias el «viejo» ya solo es la vieja Izquierda Unida
Nos impactó al principio, llegando en un Golf cuando le hubiésemos imaginado en Lada. No trajo el esmoquin y reivindicó el «look» trabajador con su camisa remangada, aunque hizo una concesión al escenario y la eligió azul, pues todos iban de ese color para armonizar con el fondo. A favor de Iglesias hay que decir que era el único «distinto», vestido como la gente en su día a día. Sin embargo, a fuerza de naturalidad, aparecía envejecido y cansado. Los otros tres candidatos se habían inyectado bótox en el entrecejo y llevaban el pelo retocado. Pablo, como no utilizó esos recursos, entró con el ceño fruncido y trasmitió enfado y mal humor. Los dientes desordenados, que piden a gritos una ortodoncia, recordaban mucho a los tiburones. Vamos a lo importante (aunque en televisón, me temo que la imagen es definitiva). El de Unidas Podemos apenas habló de otra cosa que de economía. Se quedó en el pequeño espacio y en el pequeño programa que tradicionalmente habíamos asociado al Partido Comunista y a Izquierda Unida. En ese sentido, fue el único que habló de impuestos a los ricos, fin de los falsos autónomos, bajada de alquileres o construcción de trenes y carreteras hasta las provincias lejanas e inaccesibles. Alguien le había dicho que llevase en la mano un ejemplar de la Constitución y se convirtió en su defensor total, cuando todos sabemos que siempre ha atacado con fiereza la transición. También repitió las palabras sosiego, serenidad o moderación. Tiene su gracia después de haberle visto ensalzar la vilencia y los golpes en el suelo a los policías.
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