Opinión
No todo vale
¿Sabían algo Casado y Rivera durante el debate del martes por la noche? Casado no: lo hubiera utilizado. No podría haber dejado pasar la traición de Garrido. Y Rivera –que sí lo sabía– tendría que haber dado explicaciones de por qué utilizaba los viejos métodos de la vieja política para un partido que quiere ser tan nuevo. El problema tampoco está únicamente ahí. Es verdad que hay políticos que no están dispuestos a bajarse del carro, ni siquiera cuando les aplican soluciones para que sigan conservando una ubre alimenticia. Tampoco es bueno que alguien firme un papel y a las 48 horas lo rompa.
Lo hemos visto y, desgraciadamente, lo seguiremos viendo. Son los viejos métodos que se instalan en lo nuevo. Pero siendo todo esto negativo, lo peor es que Ciudadanos lo anuncie a cuatro días de las generales. Buscaban un golpe de efecto. Y el tiro les puede salir por la culata. Porque aunque la jugada de Garrido –que definía a Ciudadanos como populismo pop– tampoco aporta mucho, dice bastante de los métodos de Rivera para hacer política. Obligar a la mano derecha de la imputada Cifuentes a anunciarlo ahora resulta revelador de esa capacidad de metamorfosis del partido naranja. Les vimos apoyar la investidura de Susana Díaz y cargársela junto con PP y Vox. Pactaron con Sánchez un plan de gobierno con 200 medidas, y a los pocos días votaron la investidura de Rajoy.
Argumentos no faltarán para justificar una u otra cosa, pero avisan –y esto es clave– de lo que puede ocurrir tras el próximo domingo. Pero no todo vale, aunque sea lo que más convenga estratégicamente al partido. El efecto Garrido da también la razón a Casado cuando se lo cargó como candidato a la Comunidad de Madrid, aunque luego lo apoyara durante la crisis del taxi, y le hicieran un hueco en la lista mejor pagada de la política: las europeas. Se ha demostrado que no era de fiar.
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