Opinión

Tres claves

Aunque me imagino que ya están cansados de análisis postelectorales, no me resisto a hacer el mío. Se basa en tres claves. Y la primera es la participación. Un 75,5 % de votantes acudieron a las urnas, nueve puntos más que en 2016. Ya saben que la movilización suele beneficiar en España a la izquierda. Y el domingo fue también así. Dos: la división de la derecha. En las elecciones había dos partidos que se disputaban los votantes del Partido Popular. Ciudadanos, aunque algunos crean lo contrario, no ha sido el que más votos ha quitado a los populares, aunque sí ha sido el más beneficiado pues ha añadido casi un millón a los que consiguió en 2016 y se queda a poco más de 200.000 sufragios y 9 escaños del PP. Vox, que ha conseguido representación por primera vez, tiene 24 diputados y nada menos que 2,6 millones de votantes. Pero digo que la división de la derecha es clave en el resultado final porque aunque el PSOE ha sido la primera fuerza en 41 de las 52 circunscripciones, la suma por bloques ideológicos da ventaja al PP, Ciudadanos y Vox, que superan al PSOE y Podemos en 34 provincias. De hecho, la suma total en número de votos de las fuerzas de centro derecha y derecha es superior a las de la izquierda en 63.236 votos, lo que demuestra que el sistema de electoral ha castigado esa fragmentación. Sánchez e Iglesias suman 165 escaños, mientras que PP, Ciudadanos, Vox y Navarra Suma llegan a los 149 diputados. Dieciséis escaños –y algunos más– se han perdido en los restos de la ley d´Hont. Y tres. El batacazo no es solo del Partido Popular –que es cósmico–, sino también de Podemos. De hecho, gran parte de sus votantes no solo han vuelto al PSOE, sino también al nacionalismo radical del País Vasco y Cataluña. Por eso Sánchez gobernará solo. Ha conseguido cortocircuitar a su mayor amenaza. La cosa le ha salido redonda.