Opinión
Situación tóxica
La insurrección secesionista y la incapacidad de los dos grandes partidos para prevenirla y luego para empezar a acabar con ella ha terminado por intoxicar la vida política española. (No es la primera vez, ni mucho menos, que Cataluña tiene este efecto en el resto de España). Esta vez el resultado es la victoria –brillante– del partido que llegó al poder gracias a esos mismos insurrectos, por lo que gobernará durante los próximos años en vez de pagar un precio muy alto por gobernar con el apoyo de quienes quieren acabar con su país. Del otro lado del espectro, el partido que consiguió articular una coalición nacional contra el separatismo se ha hundido: se le ha hecho pagar su poca decisión –durante décadas– y su cambio de parecer, cuando ya era tarde.
Aunque el hecho dependa de las conductas de los protagonistas tanto como de las premisas de las que partía la contienda electoral que culminó el pasado 28 de abril, el hecho es que ganan los que se mantienen en la misma posición que nos ha llevado al «procés» y al 1-O, mientras que pierde quien parecía haberse dado cuenta, aunque tarde, de que había que emprender otro camino.
Están también los demás partidos, surgidos en años más recientes. Podemos, que podía haber configurado un populismo nacional de izquierdas, se viene abajo por la conducta de sus líderes y por su coqueteo perpetuo con los nacionalistas. Ciudadanos, que sale muy bien parado, lo hace a costa de olvidar su antigua vocación de crear una auténtica izquierda nacional. Queda atrapado entre la resistencia y el aval a una política probablemente ruinosa en lo económico y dialogante con los nacionalistas y los secesionistas, lo que acabará dándoles a estos más energías y suscitando una mayor movilización.
Vox, el último llegado, es la respuesta directa a la insurrección secesionista y a sus causas. Mucha gente finge escandalizarse de su aparición, que juzgan determinante para el éxito socialista. Lo que habría que preguntarse más bien es por qué ha tardado tanto en despuntar, fuera de las teorías conspiratorias a las que tan aficionados se muestran sus críticos. Y también cuál será su estrategia para superar un rechazo que en vez de dirigirse a los secesionistas se dirige al nuevo partido, cuando este es tanto o más respetuoso de la Constitución como cualquiera de los demás.
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