Opinión

Batallas de poder

Dicen que las elecciones europeas, autonómicas y municipales son la segunda vuelta de las generales. No lo creo. Sánchez está ya en el poder, y lo único que puede decidir su apoyo en el nacionalismo o en Ciudadanos no va a ser otra cosa que intercambiar cromos en comunidades autónomas y grandes ayuntamientos. Es decir, lo que se juegan los partidos el próximo 26 de mayo es un simple pero muy importante reparto de poder, del otro poder. Y las elecciones van a ser eso: una batalla por conseguirlo a base de pactos.

En el análisis que ha hecho el Partido Popular de su fracaso –que hemos conocido este fin de semana– hay varias cuestiones interesantes. Para mi la más sorprendente es que Casado se haya enterado ahora –o quizá se enteró la noche electoral– que tanto Ciudadanos como Vox no iban a por Sánchez, sino a por el PP. Y casi lo consiguen. Unos en mayor medida que otros. Pero según los análisis de Génova, la fuga de votos a derecha e izquierda del PP fue «simétrica». Eso dicen. Así tampoco se entiende bien que Casado girara más a la derecha que al centro. Pero ya queda para la nostalgia saber qué hubiera ocurrido si no lo hubieran hecho así. Por eso, ahora se plantean una campaña señalando a esos dos ladrones, y no tanto al PSOE, Podemos, u otros partidos. Pues tampoco. No hay más que fijarse a quién señala Ciudadanos en la Comunidad de Madrid.

Porque esa es la gran batalla: Madrid, al margen de lo que ocurra en otras comunidades autónomas. El PP se juega el liderazgo de la oposición. Y aunque Alberto Núñez Feijóo dice que «Podemos no sustituirá al PSOE ni Ciudadanos al PP», todos saben que esa es la batalla.