Opinión

Los primos españoles

El rey de Marruecos ha adquirido un yate valorado en noventa millones de euros y clasificado entre los diez mejores del mundo. La noticia en sí no me importaría lo más mínimo porque, a fin de cuentas, el empresario más acaudalado del país norteafricano es el citado monarca. De hecho, de creer las filtraciones de la embajada norteamericana en Rabat, no hay negocio alguno que pueda realizarse en áreas como la construcción sin el beneplácito del malik Mohamed. Pues bueno. Lo que ya me indigna es que el gobierno de Sánchez haya decidido entregar a Marruecos veintiséis millones de euros para que equipe a su Policía a través de una fundación pública que preside Carmen Calvo y en cuyo patronato están Borrell y la número dos del Ministerio de Marlaska. Vamos a ver. La Policía Nacional sigue siendo objeto de una discriminación bochornosa en el cobro de salarios cuando se la compara con las policías autonómicas catalana y vasca. Por si fuera poco, hoy sí y mañana también se encuentra con limitaciones en lo que a equipo se refiere que sólo pueden producir vergüenza e indignación. De remate, no pocos de los automóviles de la Policía Nacional se encuentran situados en una edad que oscila entre los trece y los veintiún años. Convendrá conmigo el amable lector en que antes que equipar a la Policía marroquí – ésa a la que se le escapan no pocos alijos de drogas y millares de inmigrantes ilegales rumbo a España – debería ocuparse de la propia que es la que se juega la vida por los ciudadanos. Mal está que los menas que vienen del reino norteafricano reciban más de seiscientos euros al mes de gobiernos como el catalán para que hasta los veintitrés años se estén rascando el escroto gracias al dinero que la Agencia tributaria les arranca a los españoles, pero lo de los veintiséis millones de euros para la policía marroquí clama al cielo. Además todo hubiera tenido fácil solución. Bastaría con que el rey marroquí se hubiera comprado un yate de sólo sesenta y cinco millones y ni un céntimo del presupuesto español habría emprendido la ruta del sur. Me cuentan que Hassán II solía denominar al rey Juan Carlos con el cariñoso y familiar apelativo de «primo». Quizá, pero tengo la sensación de que, para Marruecos, los primos españoles no se limitan a la Casa Real.