Opinión
Nidal y Kholoud huyen de Líbano: retrato de la boda civil que pudo costarles la vida
Ethel Bonet (Beirut)
La primera y única pareja civil casada en Líbano se ve obligada a huir a Sucia por las amenazas de los extremistas. Miles de jóvenes celebran sus bodas en el extranjero para eludir la prohibición de las autoridades. El país que fuera símbolo de la modernidad de Oriente Medio se escora hacia la intransigencia política y religiosa
Kholoud Sukariye, musulmana suní, y Nidal Darwish, chií, son una pareja libanesa que decidió nadar a contracorriente en un país marcado por el confesionalismo religioso. Decidieron casarse por lo civil. Pero su desafío se topó con una pesada losa social y religiosa imposible de retirar del camino. Tras años de lucha en los juzgados, su enlace civil fue legalizado en abril de 2013 por el anterior ministro de Interior, Maruan Charbel, pero al año siguiente, cuando fue relevado por Nouhad Machnouk, éste “paralizó los tramites de otras quince parejas que siguieron nuestros pasos e incluso estuvo a punto de anular nuestro enlace”, explica a LA RAZÓN Sukariye por teléfono desde Suecia, país donde han pedido asilo.
La presión se hizo insoportable. Una serie de amenazas de extremistas religiosos obligó a la pareja y a su hijo Ghadi a huir del Líbano. El que era por entonces el muftí, máxima autoridad suní en el Líbano, Mohamed Rashid Qabbani, atacó la decisión mediante una fatwa (edicto religioso) por la cual prohibió las uniones civiles y advirtió de que cualquier responsable musulmán que apoye el matrimonio civil sería considerado un apóstata. “Y como nosotros somos la primera y hasta ahora única pareja civil del Líbano temimos por nuestra vida”, advirtió la mujer libanesa.
Las cosas se pusieron feas para la familia, después de que amenazaran con matar a su hijo en una publicación en Facebook, así que decidieron marcharse del Líbano y pedir asilo en Suecia. El segundo hijo de la pareja, Ralph, no tiene documentación a excepción de la carta de emigración, explicó Sukariye.
La historia de amor de esta pareja libanesa comenzó hace nueve años. Sukariye era la profesora de inglés de Darwish en el Instituto Americano de Educación. Lo de ellos fue un amor a primera vista. Cuatro meses después de haberse conocido, Darwish le pidió matrimonio, el 10 de octubre de 2010.
El hermano de Sukariye y Darwish eran amigos antes de que éste la conociera. “Así que fue a él al primero que se lo comuniqué por SMS. Me dio tanta vergüenza que apagué el móvil durante cuatro días. Entonces, él me llamó y me dijo que sus padres estaban muy contentos por la noticia”, relata Darwish a LA RAZÓN.
Al principio, ninguno de los dos pensó que su enlace civil transcendería a un asunto de interés nacional o que iba a despertar un torbellino social y político. Pero así lo fue. El 10 de noviembre de 2012 Sukariye y Darwish contrajeron matrimonio ante un notario en lugar de hacerlo ante un representante religioso, desafiando así la legislación libanesa, marcada por la fuerte presión de las 18 comunidades religiosas que coexisten en el país del Cedro.
La decisión de casarse por lo civil no fue, por supuesto, nada fácil. En un foro de derechos civiles en Beirut conocieron a Talal Hussein, un abogado que tras dedicar cinco años a estudiar a fondo la legislación libanesa encontró que la unión civil es legal en el país cuando la pareja no pertenece a ninguna confesión religiosa. Se trata del artículo 60 L.R de la Constitución, que data de 1936, redactada durante el mandato francés en el Líbano. Tras estudiar meticulosamente durante casi un año todos los documentos del abogado, los novios decidieron desafiar a la institución religiosa y contraer matrimonio por lo civil.
Sukariye y Darwish tuvieron que retirar la descripción de sus confesiones del registro civil para poder suscribir el contrato matrimonial. “Lo más difícil fue decírselo a mis padres”, confesó Sukariye. “Como mujer musulmana, mis padres no entendieron mi deseo de no querer celebrar una boda por el rito islámico. Pero después, cuando les expliqué que según la ley, los matrimonios civiles son legales en Líbano, me apoyaron en mi decisión”, subrayó. “No es por una cuestión religiosa. Se trata de un acto político; por nuestros principios de igualdad. Queremos que Líbano sea un país laico”, insiste.
“Son excusas. Nuestro enlace es legal. El problema es que el Gobierno libanés es un régimen sectario, basado en los intereses religiosos de cada confesión, sin tener en cuenta los derechos civiles”, denuncia el esposo de Sukariye. “Es nuestro derecho como ciudadanos libaneses. No creemos en el matrimonio regulado por una institución religiosa. El Gobierno tiene que reconocer el estatuto matrimonial en el registro civil”, reclama.
Hasta ahora, la única alternativa que tienen las parejas libanesas al enlace religioso es casarse en el extranjero. La ciudad chipriota de Larnaca y Estambul (Turquía) son los destinos elegidos por los miles de jóvenes libaneses que contraen matrimonio civil fuera del país. Alrededor de 2.000 parejas viajan para casarse en el extranjero cada año, según estadísticas del Ministerio de Turismo libanés. Sólo en 2011, unas 700 contrajeron matrimonio en Chipre, ya que es el destino más cercano y barato.
Las agencias de viaje han sabido aprovecharse de esta demanda y ofrecen paquetes de viaje exprés de dos días para las novios que se casan en Chipre. El "pack" de boda cuesta alrededor de 1.450 euros, e incluye viaje ida y vuelta, noche de hotel, más las tasas de la licencia de matrimonio y registro.
El enlace laico de Sukariye y Darwish ha servido para abrir el debate en las calles de la reforma del Estatuto Personal. Esta pareja ha dado ejemplo a otros jóvenes que abogan por el matrimonio laico en territorio libanés. Así, varias asociaciones civiles contra el sectarismo han organizado concentraciones pacíficas para reclamar el matrimonio civil. Y han conseguido que estas demandas lleguen al Parlamento a través de borradores de proyecto de ley, aunque de momento han acabado en los cajones del despacho del Ministerio.
La última iniciativa civil vino de la mano de Ogarit Yunun y Walid Slaibe, fundadores de la campaña nacional para el Estatuto Personal de los libaneses.“No buscamos validar un texto ni limitarnos al matrimonio civil. La iniciativa del abogado Hussein para legalizar el enlace no religioso es sólo para aquellos que retiren su confesión del registro civil. Queremos una ley completa que respete los derechos de todos los libaneses”, señaló la activista Yunun en una entrevista a la televisión libanesa.
Un reto que, por el momento, se presenta complicado, ya que la ley civil es una petición a la que se oponen las autoridades religiosas por miedo a perder sus privilegios contemplados en la Constitución. El actual sistema refuerza el poder de cada secta y perpetúa el régimen confesional en Líbano, en el que presidente, primer ministro y portavoz del Parlamento son elegidos según su confesión. Para Sukariye y Darwish ya es tarde, pero esperan que los hijos de sus hijos puedan crecer en un país donde las divisiones sectarias no dominen todos los aspectos de la vida libanesa.