Opinión
“Ya tenemos parroquias instalando placas solares, que fomentan huertos ecológicos e integran a los más necesitados en proyectos sostenibles”
Entrevista a Carlos Jesús Delgado, coordinador de la Comisión de Ecología Integral de la Diócesis de Madrid
Desde que era un niño, Carlos Jesús Delgado, coordinador de la Comisión de Ecología Integral de la Diócesis de Madrid, ha sentido admiración y asombro ante la belleza de la naturaleza. Ya en su juventud, los encuentros internacionales franciscanos a los que asistió como parte de la Juventud Franciscana (JUFRA) le permitieron visitar los Alpes suizos, los bosques de la República Checa y otros lugares de Italia, Alemania y Portugal. Su contacto con el medio ambiente en experiencias como el Camino de Santiago le han enseñado a amar y respetar los entornos naturales como lugares privilegiados de asombro y contemplación. Ahora tiene el reto de concienciar a los católicos en la importancia de una conversión ecológica y de intentar aplicar a la vida diaria la “Laudato Si” del Papa Francisco, así como de propiciar el encuentro con otras entidades sociales con valores similares para combatir el cambio climático y cumplir los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
-La Comisión de Ecología Integral de la Archidiócesis de Madrid se creó en 2017, parece que sorprende que haya una comisión de este tipo dentro de la Iglesia ¿Cuál es el motivo de esta sorpresa? ¿Parece que las palabras Iglesia y ecología no están relacionadas?
-Sí, parece que hemos olvidado que las parábolas de Jesús hacían referencia a la naturaleza y a la fauna, como ejemplos de la gloria de Dios, por no citar el Antiguo Testamento. Incluso San Pablo en su carta a los Romanos nos advierte de que el ser humano es capaz de intuir la presencia del Padre a través del asombro ante su Creación.
En España, al contrario que en otros países europeos, la percepción eclesial que se tiene de la ecología está ligada a la visión que se tiene de los grupos ecologistas, como grupos muy politizados y por lo tanto aún hay sectores que siguen pensando erróneamente que ser ecologistas es sinónimo de militar en una cierta corriente política o filosófica. Este hecho, junto a la educación recibida en el último siglo, marcada por una fuerte idea de antropocentrismo humanista, ha fomentado una imagen errónea del ser humano como “dominador y señor de la Tierra”, muy contraria a la propuesta del Génesis, infravalorando la necesidad espiritual del ser humano de estar conectado con la naturaleza, no viéndola solo como recursos útiles que explotar. En el texto sagrado se nos da un papel distinto, más cercano a la custodia o salvaguarda de la creación.
Hay un mensaje claro y bien estructurado en la encíclica social Laudato Si, que en sintonía con los pontificados anteriores del Papa San Juan Pablo II y del Papa emérito Benedicto XVI, nos alerta de que no ejerceremos coherentemente nuestra fe en Dios si no somos capaces de comprender la obligación que tenemos los “seres humanos” de custodiar y gestionar de forma sostenible, nuestra casa común y su biodiversidad. Todo está interconectado y en la forma en que actuamos con la creación nos vemos afectados, aumentando los conflictos y las situaciones de exclusión y pobreza.
Tampoco olvidemos que la Iglesia, a través de la vida monástica y eremítica, siempre estuvo ligada a la naturaleza, al cultivo de la tierra y al cuidado de los entornos naturales cercanos, no solo como entornos útiles para la explotación, sino también como lugares que favorecen el retiro y recogimiento espiritual, la contemplación y la oración. Así nos lo han transmitido diversas corrientes espirituales y tradiciones monásticas.
-Durante estos dos años ¿cómo ha sido la respuesta de los católicos a las actividades que proponen? ¿Es difícil implicarles?
-Teniendo en cuenta que la visión de la “ecología integral” es una novedad y que la gran mayoría de los cristianos no conocen o no han leído la encíclica “Laudato Si”, debemos ser pacientes en cuanto a la respuesta. Nos gustaría tener más afluencia de gente en nuestros actos, pero estamos empezando y sabemos que más que activismo, necesitamos conversiones y esto lleva su tiempo, cuando no toda una vida.
La respuesta a nivel institucional ha sido muy buena y ahora nos toca concienciar y sensibilizar a nuestras comunidades, algo dormidas en estos temas.
Las alertas del Papa Francisco están logrando penetrar en algunos sectores de la sociedad, transmitiendo la urgencia de realizar nuestra conversión ecológica por el bien común de toda la humanidad, independientemente de sus creencias. Esto nos ha permitido contactar con otras entidades y colectivos que ven con buenos ojos y admiración al Papa y a su encíclica, buscando cauces comunes de colaboración.
-La implementación de la Laudato Si es uno de los objetivos de la comisión. ¿Mómo se traduce de la teoría a la práctica?
-En Madrid existe un buen caldo de cultivo eclesial para acoger y desarrollar las propuestas de la encíclica. Prueba de ello es el interés del Cardenal arzobispo don Carlos Osoro en fomentar la Jornada Mundial de Oración por el Cuidado de la Creación y la constitución de la Comisión Diocesana de Ecología Integral. El apoyo episcopal ha sido importante para favorecer que varias entidades diocesanas, religiosas y laicas estén trabajando en comunión las propuestas del Papa Francisco. Tenemos que tener en cuenta que no partíamos de cero, ya que en nuestra diócesis ya teníamos instituciones y alguna comunidad parroquial comprometidas con la ecología y con el desarrollo sostenible de los pueblos. La novedad ha sido que en estos dos años hemos logrado trabajar en comunión, a través de la Comisión Diocesana, en la que existe un compromiso por parte de varias entidades, de mantener delegados permanentes. La comisión cuenta hoy con delegados de Justicia y Paz, Cáritas, Manos Unidas, Comisión Interfranciscana, SERCADE, el Movimiento Scouts Católico, la parroquia de las Rosas, entre otros… también de voluntarios procedentes de la Obra del Opus Dei, de Comunión y Liberación, o de comunidades eclesiales de base.
Estamos prácticamente empezando, pero ya tenemos parroquias que se van sumando a la transformación sostenible instalando placas solares, fomentando huertos ecológicos e integrando a los más necesitados en proyectos sostenibles, como el reciclaje de ropa usada. Aún nos queda una gran labor de educación y concienciación en las parroquias y en la ciudadanía. Para ello es imprescindible llevar la Doctrina Social de la Iglesia y la Ecología Integral a las catequesis y a la enseñanza como asignatura obligatoria, en los seminarios diocesanos.
-La Laudato Si propicia el encuentro de los creyentes con no creyentes.¿Es real este encuentro?
-Gracias a Dios, hay mucha gente de buena voluntad que se nos acerca y a la que nos acercamos, construyendo redes y plataformas de colaboración, en donde vemos gratamente que los objetivos comunes favorecen el carácter sincero del encuentro. Ya hemos realizado un evento interreligioso y hemos colaborado gratamente con organizaciones ecologistas viendo como poco a poco, la urgencia y la necesidad nos van resituando a todos ante la importancia del actuar, sin dejar cada uno de ser lo que quiere o dice ser.
-Otro de los objetivos de la comisión es la conversión de los católicos hacia una ecología integral. ¿Cómo se puede aplicar esta conversión a una parroquia o colegio de barrio?
-Cuando nos cargamos el planeta a través de la contaminación o de la extinción de la biodiversidad generamos grandes espacios de pobreza y posibles conflictos sociales. El Papa Francisco nos recuerda que todo está conectado, por lo tanto, todas nuestras pequeñas acciones, especialmente las ligadas a nuestra forma de consumir, repercuten en el medio ambiente cercano y en el lejano, como por ejemplo los océanos de plásticos. Es importante explicar esto a las comunidades cristianas, ayudando a pensar de qué forma consumimos y como nos afecta a nosotros y las personas que viven en otras partes del mundo. Gracias a Dios ya hay varias guías publicadas sobre cómo gestionar de forma sostenible una parroquia, como la escrita por Emilio Chuvieco y Mario Burgui “Siguiendo la Laudato si: sugerencias para la conversión ecológica de las parroquias católicas”, que tenemos muy presente siempre, o la elaborada por el Movimiento Católico Mundial por el Clima. También la Comisión Diocesana de Ecología Integral de Madrid se ofrece a acompañar estos procesos de transición, contando con ello con profesionales y voluntarios expertos en estos temas.
-La comisión ha colaborado con la ONG SEO/Birdlife en el proyecto Libera un m2. ¿Habrá más actividades juntos?
-Nuestra primera participación fue sumarnos al reto de liberar de basura (basuraleza) un entorno natural cercano de libre elección. Elegimos una ruta de 8 km basada en tres criterios sencillos propuestos por el Papa: salir a la periferia, custodiar la biodiversidad y revitalizar la dignidad y la armonía del barrio. Hay varios estudios científicos que demuestran que rehabilitar la naturaleza de los barrios empobrecidos, ayuda a reducir la violencia y la tristeza en estas comunidades, reforzando su dignidad humana.
Para reforzar esta actividad se acompañó el paseo con charlas guiadas en torno a tres pilares, el ecológico, el social y el histórico.
Por otra parte, hemos mantenido un par de reuniones con la directora ejecutiva de SEO/Birdlife España, Asunción Ruiz, con un claro deseo por ambas partes de comenzar un itinerario de colaboración, que continuará el 7 de septiembre, fecha en la que participará como ponente en la Jornada Mundial de Oración por el Cuidado de la Creación en Madrid, cuyo lema este año es: "Custodios de la biodiversidad".
-¿Hemos perdido el contacto con la naturaleza a nivel espiritual?
-Desgraciadamente, el aumento de población en las ciudades y el abandono de la vida rural nos ha conducido a una desconexión no solo espiritual, sino también de conocimientos y oficios tradicionales con el medio rural y la naturaleza. La contaminación lumínica y atmosférica de nuestras urbes nos impide contemplar la belleza de las estrellas, algo que siempre nos ha inspirado como humanos y nos ha conmovido. Vivir en ciudades gobernadas por el tráfico y todas las señales viarias, así como la vida acelerada que llevamos, hace que tampoco seamos conscientes del paso de las aves migratorias por nuestros cielos, y por lo tanto el paso de las estaciones ya no lo marca la naturaleza sino las noticias de TV o la tecnología.
Hemos perdido mucha capacidad de contemplar y se nos hace más difícil tener una experiencia mística, en donde la belleza, la armonía y el silencio pueden abrirnos a lo transcendente. Pero también es cierto que hay esperanza, pues hemos visto también una explosión de propuestas de ocio que buscan reconectar a las personas con la naturaleza como senderismo, salidas contemplativas o baños de bosque.
-¿Están las nuevas generaciones más concienciadas con el medio ambiente?
-Afortunadamente las Naciones Unidas y los grandes líderes religiosos, entre ellos el Papa Francisco, han fomentado que los medios de comunicación se hagan eco de los problemas medioambientales y la urgente necesidad de hacer algo al respecto. También los jóvenes han visto como su futuro está en peligro y han iniciado movimientos de protesta por todo el mundo, al estilo de Greta Thunberg.
-¿Cómo se plantea el próximo curso escolar la Comisión, nos puede adelantar alguna de sus actividades?
-Tenemos programadas unas líneas de acción bastante ambiciosas, que van desde promover talleres y acciones que faciliten la sensibilización y comprensión respecto a la ecología integral, hasta marchas contemplativas a la naturaleza y jornadas de formación. También dialogamos con el episcopado madrileño para realizar un estudio diocesano de sostenibilidad de las parroquias, para alentar su transición energética y su conversión cristiana hacia un estilo más vinculado a las propuestas del Papa Francisco en la “Laudato Si.
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