Opinión

La imposible socialdemocracia

Los partidos socialdemócratas han tenido éxito en tres países nórdicos, como son Dinamarca, donde han formado un gobierno en solitario, Suecia y Finlandia. Como en nuestro país también han ganado las elecciones los socialistas, parece que se podría empezar a hablar de una renovación de la socialdemocracia en por lo menos algunas partes de Europa, tras los descalabros de los últimos años. El sur (España y Portugal) vendría a ser el reflejo y la continuación de una tendencia norteña, como si por primera vez desde hace tiempo la Europa meridional y la septentrional coincidieran, en parte, en sus preferencias políticas.

Así que desde varias tribunas se han lanzado propuestas de recuperación y renovación de la socialdemocracia, animadas también por la tendencia liberal que predomina en el centro derecho, en particular desde que Ciudadanos decidió apartar de su ideario el marchamo socialdemócrata. Ha habido muchas, algunas difíciles de aceptar por los partidos de centro derecha (como la recuperación de ciertos impuestos), y otras que podrían prestarse a discusión (por ejemplo, la corrección de las desigualdades desde el inicio, en educación y sanidad). En cualquier caso, y sea cual sea la distancia, en esta tesitura el diálogo, y llegado el caso el acuerdo, siempre son posibles. Se trataría de graduar ciertas políticas en virtud del respaldo electoral de cada uno.

No es esa la cuestión, sin embargo. Y es que la victoria electoral del PSOE el pasado mes de abril no se debe sólo a una moderación en sus planteamientos programáticos. Se debe también a la fragmentación del voto de centro derecha, hábilmente utilizada por los socialistas para infundir recelo e incluso miedo y, además, a lo que se podría llamar «podemización» del socialismo español. Esta radicalización no es nueva. Rodríguez Zapatero la llevó muy lejos, tanto que parecía que ya era imposible ir más allá. La crisis y la aparición del populismo de izquierdas ha conducido a Sánchez a renovarla y profundizarla, desde el «No» al gobierno de concentración o a alguna clase de participación que le ofrecía Rajoy, hasta la moción de censura con los apoyos de independentistas y filoterroristas o el acceso al gobierno de Navarra.

En esas condiciones, resulta difícil de imaginar que el PSOE articule un programa razonablemente socialdemócrata, como gustaría a muchos en nuestro país, entre otros a quien esto firma. La prioridad se ciñe a otras cuestiones. Lo que triunfa es el «relato» izquierdista.