Opinión

Autónomos

No cabe duda de que, en España, los autónomos se lo han montado bastante bien para ejercer como un poderoso grupo de presión sobre los gobiernos de todos los ámbitos, desde el municipal hasta el nacional. No hay ya programa partidario que no aluda a ellos, proponiendo prebendas crecientes y tratamientos privilegiados en materia fiscal o en cuestión de cotizaciones –sobre todo con respecto a los trabajadores asalariados–, y repitiendo como un mantra sagrado la sarta de tópicos que, acerca de ellos, se ha instalado en la primera línea de la corrección política.

Para empezar, a los autónomos se les tilda de emprendedores, siempre con una connotación positiva, haciéndoles protagonistas de la innovación en el sistema productivo, cuando lo cierto es que la mayoría de ellos a lo más que llegan es a regentar un negocio basado en la imitación de lo que hacen otros y poco más. En España, como en los demás países capitalistas, el grueso de la innovación corresponde a las empresas medianas y grandes. No sorprende, por ello, que entre estas últimas, la supervivencia sea elevada, mientras que la mayoría de los autónomos vea fracasada su actividad en media docena de años. También se dice que son los autónomos los que crean empleo, incluso se les califica como el motor del empleo, cuando lo cierto es que, según los datos que elabora el INE, los puestos de trabajo asalariado que dependen de ellos apenas llega a la décima parte de todos los existentes en el país. Por tanto, habría que rebajar varios puntos la pretenciosidad con la que se describe a este conjunto de trabajadores por cuenta propia.

Pero el asunto va más lejos. Los autónomos cotizan poco a la Seguridad Social. El 86 por ciento lo hace por la base mínima, cuando, según los datos de Hacienda, sólo un tercio debiera hacerlo así. Los demás tendrían que pagar más a la caja del común. No lo hacen, pero luego se quejan de que las prestaciones que reciben son inferiores a las de los asalariados. Y lo mismo pasa con sus declaraciones de renta. Gestha ha difundido un documento cuyos datos sugieren la existencia de una importante bolsa de fraude fiscal entre los autónomos. Lorenzo Amor –presidente de ATA– se ha quejado tildando de irresponsables a los técnicos de Hacienda. Pero los números son incontrovertibles y nadie puede creer que su renta media esté entre ocho y doce mil euros por debajo de la de los asalariados y pensionistas. Los políticos están muy equivocados cuando tratan a los autónomos con guante de seda y sería mejor que nos midieran a todos con el mismo rasero.