Opinión

Boris Johnson es el Joker

Boris Johnson comenzó siendo el payaso gamberro del circo y dejó a Theresa May el papel del llorón, pobre desgraciado que siempre acababa hurtando penas a su repertorio, un mal que afecta a los grandes humoristas, como Gila, o Buster Keaton, no en vano May, aunque lloró, nos dejó imágenes que ni Benny Hill, como aquella entrada triunfal bailando «Dancing Queen» de Abba. Por ejemplo. Ahora, Johnson, de niño malcriado ha resucitado en payaso de terror, a lo «It», cuyo segundo capítulo se estrena esta semana, un hombre al que ves y desearías no haber nacido. Así está Europa, presa de la courolfobia, el miedo irracional a estos seres y que nace, según los expertos en las entretelas de la condición humana, en una niñez problemática o sensible en exceso. El miedo al payaso mantiene a los mandatarios de la UE pegados a la butaca mientras el cubo de palomitas salta con vida propia y se suceden los asesinatos. Él va matando a su propio país, y quién sabe si a los demás, y alguien habrá que limpiará la sangre.

La política europea es ya un «Grand Guinol», aquel género malnacido en un teatro de París que llevó el melodrama más allá de la telenovela, cuando aún no existían, y que ahora se recogen en algunos «realitys». Aquella imagen patética de Bette Davis en «¿Qué fue de Baby Jane?». Así es Boris, un chico de Eton que de parecerse a los Beatles de Cádiz se pinta la cara para tirar por las escalera a Joan Crawford. La risa congelada es ya horror iracundo. En el «Grand Guinol» triunfaba la mujer más asesinada del mundo, que es la Gran Bretaña, la que nos iba a dar lecciones de seriedad y buenas maneras. Las series de época que tan bien se le dan a la BBC quedan para exquisitos de la hora del té. Johnson es un miembro de la elite que se despeina como un muñeco Risi para seguir perteneciendo al lado oscuro de «Downton Abbey». Muchos litros de ginebra agitado con el vicio del poder. Ya nos explicamos las escenas privadas de ciertos diputados en sesiones de sadomasoquismo de baratillo. Nadie le parará los pies sin que antes el personaje se haga un Jack el destripador. Hasta la Reina ha sido atacada a traición en uno de los callejones de Londres. El Brexit es como esos problemas matemáticos sin resolver, el teorema de Poincaré, al que Europa se enfrenta con una calculadora Cassio. Johnson suma y resta con infinita habilidad, incluso copia en los exámenes frente a su público que le sigue con fervor en la charanga. Lo peor es que tiene las de ganar aunque pierda. La UE es un niño con pavor al armario y Johnson el puto amo de Gotham City. El nuevo Joker.