Opinión

Construcción industrializada

Inmersos ya en la segunda década del siglo XXI, en plena era de la digitalización, del IoT, el Big Data o el blockchain, nuestra sociedad sigue en muchos aspectos anclada en el siglo pasado. Un claro ejemplo son los datos recientemente difundidos por el Consejo de la Juventud y que aseguran que la emancipación familiar en España solo es real para el 19% de los menores de 30 años. Unas cifras alarmantes que ponen de manifiesto la necesidad de encontrar soluciones que ayuden a paliar la falta de activos inmobiliarios accesibles no solo para los jóvenes, sino también para familias de clase media que no pueden permitirse dedicar el 50% de sus ingresos a su hipoteca.

Llegados a este punto es lícito plantearse el papel que debe jugar la innovación en el ámbito de la construcción para responder a la demanda residencial no satisfecha.

En este sentido, se abren nuevas oportunidades en el desarrollo de vivienda colectiva de la mano de conceptos como la fabricación modular, que permite repensar cómo conceptualizamos, diseñamos y construimos nuestras viviendas. Gracias a los métodos modernos de construcción, podemos acelerar el proceso de diseño y construcción, hacer viable su desarrollo en emplazamientos más complejos y proporcionar una oferta de espacios variados, adaptables al carácter y a las necesidades locales.

La llegada de esta construcción industrializada supone una revolución en el sector inmobiliario y de la construcción, pero, para seguir avanzando, es necesario un cambio de actitud por parte de los agentes y de la ciudadanía.

El apego nacional de arquitectos, promotores y constructores a los métodos de construcción tradicional nos ha situado en clara desventaja con respecto al resto de Europa. Desde los años 50 del siglo pasado, el concepto de construcción prefabricada es sinónimo de estructuras de mala calidad y escasa fiabilidad, concebidas para soluciones temporales. Esto ha derivado en que nos estamos perdiendo opciones de reducción de tiempos, ahorro en costes y flexibilidad en productos. Y es que no debemos obviar que las decisiones de diseño preacordadas se traducen en ahorro de tiempo. Los diseños modulares inteligentes permiten que bloques residenciales puedan ser ensamblados en semanas, permitiendo que las viviendas se puedan reemplazar, adaptar o reconfigurar con la misma eficiencia. Esto supone, en consecuencia, que los barrios podrían adaptarse en función de la sociedad que viva en ellos, respondiendo a las necesidades de accesibilidad y cambios tecnológicos.

Esta realidad no es ajena a los grandes gigantes, como las tecnológicas Amazon o Google, que ya están invirtiendo en empresas que fabrican industrialmente viviendas modulares prefabricadas, como la estadounidense Katerra. Pero no solo ellos. Grandes suministradores de materiales como Tata Steel o Rockwool están colaborando en elementos para sistemas residenciales que podrían proporcionar diseños adaptables y de alta calidad. Promotores españoles como Aedas Homes, Neinor o Vía Célere también han sabido identificar la oportunidad y ya están ofreciendo promociones con un mayor o menor porcentaje de industrialización. Nos consta que las promotoras ven en la prefabricación una oportunidad de negocio, pero tampoco ignoran que hay riesgos ocultos, como la fiabilidad de la cadena de suministro, o las nuevas fórmulas contractuales y de pago que se requieren.

El esquema de viviendas industrializadas podría satisfacer la demanda insatisfecha de viviendas sociales y viviendas de alquiler para jóvenes. De hecho, ya lo está haciendo en nichos más específicos como residencias de estudiantes o hoteles de precio ajustado, con marcas como Ibis. Como resultado de esta forma de construir, los plazos se acortan a más de la mitad respecto a los métodos tradicionales de construcción, pues los componentes creados en fábricas no se ven afectados por retrasos in situ derivados de una mala coordinación o a causas climáticas.

La amplia gama de opciones de diseño disponible ofrece una solución para casi todos los emplazamientos y escalas de proyecto, pudiendo reducir impactos de la construcción para los residentes de los alrededores y actuar en lugares más pequeños o restringidos. La implicación de los grandes actores del sector, así como la difusión de estas nuevas metodologías a través de grandes eventos nacionales como Rebuild 2019, es clave para su implantación definitiva.

Quizá ha llegado el momento de plantearnos si no debemos reorientar nuestro discurso hacia cómo reducir los tiempos de entrega y costes de construcción de nuestras viviendas, y no tanto hacia los aspectos en los que actualmente se centra, como el Blockchain o el Internet de las Cosas. Solo así conseguiremos encontrar soluciones relevantes, que nos permitan afrontar los desafíos a los que actualmente se enfrenta nuestra sociedad en materia de vivienda.