Opinión
Ambiciones compartidas
El incidente de ayer entre el ministro Ábalos y ERC es un adelanto de lo que le espera al Gobierno de Pedro Sánchez en los próximos años. El permanente chantaje de sus socios y amigos, en particular allí donde más daño se puede hacer porque es donde más fácilmente se deja en ridículo al adversario: las cuestiones simbólicas, las menudencias, las trivialidades. Se le tiene merecido, pensarán muchos. Y es verdad. Pero el progresismo español es así. Y no valen las lecciones bien conocidas de nuestra historia, ni la experiencia de lo que significa depender de los nacionalistas.
Por eso resulta lógico que mucha gente se pregunte si, con Pedro Sánchez, nos encontramos ante el caso de un aprendiz de Maquiavelo dispuesto a cualquier cosa con tal de seguir en la Moncloa, o si hay alguna clase de proyecto detrás. El más verosímil es el de la «confederalización» de España a la belga –que no a la suiza– donde lo único que une a las comunidades estancas que la componen es alguna institución, en particular la Corona. Verosímil no quiere decir fácil de realizar. De hecho, exceptuado el País Vasco donde ya se ha conseguido la exclusión de todo lo que no sea nacionalista, la tarea se antoja imposible, incluso para un genio del maquiavelismo.
Aun así, la ambición aliada a la utopía puede ir preparando el terreno. El País Vasco es coto cerrado y en apariencia la gran batalla se libra en Cataluña. Donde de verdad se va a desarrollar, sin embargo, es en otros dos frentes. En las instituciones, en particular la Corona, que los nacionalistas –aliados a lo más selecto del progresismo populista– van a intentar debilitar a toda costa. Y en Comunidades Autónomas donde el nacionalismo seguirá adelantando su proyecto nacionalizador: Navarra, Baleares y Comunidad Valenciana. Y lo hará en comandita con el PSOE y con el Gobierno de Pedro Sánchez, como ya está ocurriendo. Justo en el punto donde se cruza la ambición política y la idea de «confederalización».
Desde este punto de vista, el escenario catalán resulta una forma de distracción para seguir avanzando. Es ahí, en la defensa de las instituciones y en esas tres Comunidades Autónomas, donde más habrá de concentrarse el esfuerzo de la oposición. La ambición de los nacionalistas no está en mantener a Sánchez en la Moncloa, sino en continuar la deconstrucción de España.
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