Opinión
El buen ánimo
Uno de los aspectos más interesantes de esta crisis epidémica en la que estamos viviendo es que los españoles afrontamos nuestro confinamiento con buen ánimo. Aunque a algunos les sorprenda -seguramente engañados por el tópico de que, al pertenecer a una sociedad que vive en la calle, la reclusión se nos haría insoportable- así lo destaca la encuesta que semanalmente está realizando la Fundación de las Cajas de Ahorro (FUNCAS), que en su última oleada muestra que algo más de las tres cuartas partes de los entrevistados confiesan que su estado de ánimo es bueno o muy bueno. Es más, a medida que han ido transcurriendo las semanas de encierro esa resiliencia emocional ha ido aumentando, de tal forma que quienes lo llevan mal son cada vez menos. La encuesta dice también que, dentro de esa tónica general, los que mejor se lo toman son los hombres y los jóvenes; y los que peor, quienes han visto deteriorarse su situación económica. No se crea que los españoles somos una especie de insensatos o alocados que vivimos fuera del mundo real. FUNCAS revela que la opinión mayoritaria es bastante pesimista acerca de las posibilidades de que la economía salga, al final, bien parada de este embate y se recupere pronto. Sabemos también que el asunto del empleo se presenta bastante chungo y, de hecho, la encuesta señala que hay cada vez más nuevos parados entre los que están desempleados y que lo mismo pasa con los sujetos a un ERTE entre los que conservan el empleo. Luego están los que han visto alterada su rutina laboral con el teletrabajo o los horarios especiales; y son una minoría quienes continúan en la normalidad. Y si no nos engañamos en lo económico y laboral, tampoco lo hacemos en lo político, lo que nos conduce a valorar mejor la actuación de nuestro gobierno autonómico en este embrollo -que dos tercios consideran haber estado a la altura de las circunstancias- que la del gobierno nacional -que saca un aprobado raspado-. Eso sí, de quien guardamos la mejor opinión es de nosotros mismos, pues para nueve de cada diez ciudadanos ha sido la propia sociedad quien mejor ejemplo está dando en esta terrible epidemia. Aunque a algunos les resulte paradójico, yo veo en este buen ánimo de los españoles un ejemplo claro de lo que el gran escritor siciliano Leonardo Sciascia llamaba el pesimismo meridional, refiriéndose a la convicción popular de que «todo corre hacia la muerte»; todo sí, menos «la idea de la muerte». Sabemos que nos amenaza, pero no renunciamos a la vida, aunque esperemos pacientemente el momento de la venganza.
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