Opinión
Cazadores de bulos
Redondo, Iván, dirige la Oficina de Coordinación Cibernética y el Gabinete de la Presidencia del Gobierno. Quiere decir esto que tenemos al ex asesor de Xabier García Albiol et al. al mando de la persecución de bulos y la facturación de lemas, el asedio de la mentira y el aprovechamiento de pancartas, camisetas y memes. Antes, cuando España languidecía en un potaje franquista de diseño, los tribunales estaban encargados de juzgar y sancionar las posibles injurias y calumnias. Pero no las trolas. Porque las trolas tienen las patas largas y si uno mira de cerca resulta que luego va y encuentra al ministro de Justicia empeñado en reformar los códigos para inventar tipos penales, a unos encuestadores oficiales que preguntan por la necesidad de filtrar y censurar la información y a un vicepresidente, Pablo Iglesias, que invoca el «interés general» y lo «común» para justificar la posibilidad de controlar las noticias y capar a los medios al tiempo que usa y agita hipérboles de brusco calibre y trazo grueso («ultraderecha mediática», dice ufano, igual que Donald Trump habla de «prensa radical socialista» y «medios fake» y «políticos marxistas» y blablablá), y que, of course, mezcla «mentira» y «bulo» con el «ataque sin escrúpulos», que a saber qué es eso. En mitad de una recesión económica y sanitaria monumental tenemos al frente a un presidente al que le importa todo muy poco excepto su propia supervivencia, un brillante profesional de la mercadotecnia y un caudillo iliberal. Sin olvidar a un general, José Manuel Santiago Marín, que explica que la Benemérita trabaja «con nuestros especialistas en dos direcciones. Una, a través de la Jefatura de Información, con el objetivo de evitar el estrés social que producen todas estas series de bulos. Y otra de las líneas de trabajo es también minimizar ese clima contrario a la gestión de la crisis por parte del Gobierno». Menos mal, oigan, que el lapsus del general llegó con un gobierno de progreso y un vicepresidente de la gente vs. la casta. Imaginen lo que algunos habrían dicho y escrito si esto llega en tiempos de Excalibur. Cabe también preguntar por las actuaciones de nuestros samurais cuando rastreen sus propias declaraciones. Con la excepción de Carmen Calvo y su yo a la mujer que duda si acudir o no al 8-M le diría que le va la vida. Y tanto…
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