Opinión

No, no van a parar

Que nadie se engañe. Ni los socios «preferentes» de Esquerra Republicana, ni los eventuales pero nada incómodos de Bildu, ni el gran coaligado podemita incrustado en el Gobierno de la Nación van a parar en su indisimulada y firme carrera hacia la destrucción de la Monarquia parlamentaria en España. El anuncio del Rey emérito de abandonar el país tras el goteo de informaciones –en muchos casos ajenas a la existencia de eso que llamamos principio de presunción de inocencia– relativas a una fundación panameña y a supuestos movimientos de dinero desde una cuenta suiza, decisión inédita y sin parangón de precedentes en nuestra historia, ha supuesto en lo más estratégicamente cortoplacista un verdadero y auténtico alivio para la Moncloa, especialmente a la hora de contemplar la relación de Pedro Sánchez con sus socios de ayer, de hoy y de siempre. Pero quienes pretenden acabar con eso que llaman «régimen del 78» y con una institución monárquica que sigue siendo auténtica clave de bóveda de nuestro sistema de libertades amparado en una de las constituciones más avanzadas y garantistas del mundo, no van a darse por satisfechos con la nada despreciable pieza que supone la marcha de quién tanto hizo por su país durante décadas a pesar de los errores cometidos en el terreno de lo personal.
El caso que atañe a Juan Carlos I lleva demasiado tiempo siendo utilizado por quienes hoy por hoy llevan –tal vez más de lo debido– la voz cantante en la política española. Pablo Iglesias era meridianamente claro hace pocos días con su soflama «se abre paso al horizonte de una república plurinacional». Habrá más intentos de horadar la institución, tras el frustrado de crear una comisión de investigación en el congreso sobre las actividades del rey emérito encaminada por encima a de todo más que a buscar la verdad a abrir un claro proceso a la monarquia sentando en el banquillo del señalamiento político y mediático a cualquier representante vinculado a la corona, con el mismísimo Jefe del Estado Felipe VI a la cabeza . La izquierda populista y el separatismo tienen a día de hoy, con el país sumido en la tragedia sanitaria y económica acarreada por el coronavirus muy pocos argumentos para alimentar sus «matracas» del reparto social de ríos de leche y miel o de futuras repúblicas de «Narnia» independientes del Estado español, a lo que se suman unas expectativas electorales que atravesaron por épocas mejores, por eso no les queda otro argumento más que el del cambio de régimen caminando hacia un sistema republicano que se brinda como principal asidero de cara a mantener en tensión a la más irredenta feligresía. El rey emérito no se marcha exiliado, se marcha dolido y consciente de haber sido en gran parte objeto de eso que llaman «pena del telediario». Pero queda la institución y es ahora cuando toca retratarse a más de uno. O se está con la Corona y el Rey Felipe, o se está con quienes pretenden cobrarse una pieza aún mayor. Los chacales ya han olido la sangre.