Opinión
El parto de una nación
El 21.07.2020 una nueva nación ha nacido ante nosotros y quizás no somos totalmente conscientes de ello. Sus progenitores han sido los jefes de gobierno europeos con la Sra Merkel actuando de comadrona del feliz parto. Esta nueva nación no es otra que la Unión Europea (UE), pues al tomar la decisión de financiar con una emisión de bonos respaldados colectivamente su presupuesto para los próximos 7 años y los fondos de reconstrucción europea, se ha transformado de una mera organización –y una aspiración– en algo totalmente diferente. De ser 27 hemos crecido a 28. Este acuerdo de mutualización de la deuda tiene una trascendencia enorme y lógicamente debería ir seguido de otras medidas que harán que la UE crezca y se desarrolle como una nueva nación. Atrás quedara, paulatinamente, el comportarse –como ha venido haciendo hasta ahora – como una organización meramente comercial y benéfica. En España, atravesando como estamos un mal momento económico, lo único que nos preocupa es cuanto dinero paneuropeo nos va a llegar. Pero hay cosas mas importantes en este nuevo alumbramiento.
El adoptar una moneda común –el euro– fue en su día un paso importante. Pero nos quedamos a medio camino al no intentar dotarnos con una política fiscal común. Nos hace falta una fiscalidad que siga criterios análogos en la redistribución de la riqueza creada y que evite de paso una competición artificial entre las naciones europeas para atraer industrias. Este proceso de instaurar una moneda sin establecer impuestos análogos nunca había sido ensayado antes en el mundo.
La pandemia del Co-19 ha obligado a variar la financiación de la UE ya que los recursos habituales no eran suficientes para salvar el mercado común. Si mantenemos el procedimiento de endeudamiento colectivo –respaldado entre otros por Alemania– será posible dotarse de fondos adicionales para emprender grandes proyectos de futuro en el exterior; no solo para mejorar la agricultura, las carreteras o pagar becas como ahora. Por ejemplo, una mejor financiación permitiría controlar la inmigración ilegal con un desarrollo de África que no la haga caótica, la lucha contra el cambio climático o combatir el terrorismo. Financiarnos en común nos permitirá jugar en primera división y acometer grandes proyectos sin tener que limitarnos a tratar de disminuir las diferencias entre naciones de la UE como hasta ahora. El bebé que ve la luz ahora necesita recursos para algún día poder jugar entre los mayores. Ese es el esperanzador camino que ahora abre lo acordado.
Todo lo anterior ha sido posible por el Brexit. Lo mismo que el nacimiento de los EEUU exigió, naturalmente, la derrota y expulsión de los británicos, este parto europeo nunca se habría producido con ellos dentro de la UE. Los británicos solo veían la UE como un negocio y habrían bloqueado cualquier proyecto de futuro político. Con los ingleses dentro de las instituciones europeas un acuerdo de endeudamiento colectivo para financiar un modelo de más unión habría tenido su oposición absoluta. En Europa no hemos tenido que derrotar a los británicos como en el nacimiento de los EEUU; ellos han decidido irse en un momento crucial, justo antes de que llegara la hora Hamilton de asumir como deuda común las deudas de los Estados; como paso en el nacimiento de los EEUU ¡Deberíamos dar las gracias a Dios por esta retirada tan oportuna!
Los siguientes pasos del nuevo bebé europeo deberían ser, la armonización fiscal de la UE o al menos del Eurogrupo para completar el euro y el dotarse de fondos propios para iniciar proyectos de soberanía común. Tales como –por ejemplo– crear un ejercito realmente europeo. Aunque este ejército esté formado por la contribución de los ejércitos nacionales, necesita unos medios potenciadores comunes tales como los cuarteles generales internacionales que posibilitan ejercer el mando en nombre de toda la UE; las comunicaciones estratégicas entre ellos, el mando político y las fuerzas; los medios de transporte/proyección/inteligencia/ de que carecen las naciones europeas; y las reservas de municiones comunes con ciclo largo de obtención. Este sería el instrumento para cuando surja la voluntad política de actuar en el exterior que defienda los intereses económicos comunes que nacen con el acuerdo del mes pasado.
Las crisis son momentos de sufrimiento pero también ofrecen oportunidades de crecimiento, de potenciación. El Co-19 y la salida británica han despejado el camino de la UE para poderse comportar como un actor significativo en la incierta situación internacional abierta, principalmente, por el enfrentamiento entre China y los EEUU. Y sin olvidar tampoco el revanchismo de una Rusia demasiado cercana y a un terrorismo islamista siempre presente.
Una Nación no solo requiere ser viable económicamente. También necesita emociones, lazos afectivos entre sus ciudadanos, el reconocimiento de un pasado común y la esperanza de un mejor futuro juntos. Pero cualquier recién nacido – como la UE – aprenderá a andar con el tiempo. De momento solo necesita ser viable. Aunque todavía quede mucho camino, empieza a vislumbrarse una cierta claridad al final del túnel. Pero habrá que cuidar con mimo al bebé.
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