Opinión

La sombra del «Trumpismo»

Que en todo lo largo, ancho y redondo del mundo –España incluida– no haya aparecido aun el antídoto contra los populismos de cualquier signo, además de resultar una realidad palmaria, nos brinda el gran escaparate de los Estados Unidos, para dejarnos claro por si cabía alguna duda que el «Trumpismo» en sus distintas formas ha llegado con toda la intención de quedarse y con un terreno satisfactoriamente abonado. Lo del todavía inquilino de la Casa Blanca no supone –que nadie se llame a engaño– una derrota de los enunciados populistas que viene a representar con histriónica ostentación, sino la perdida de una puntual batalla con la consiguiente lección muy bien aprendida a futuro por parte de quienes tienen el importante aval de una ideología y no pocos recursos desde el punto de vista económico, suficientes bases para –derrotadas todas las previsiones demoscópicas de sesudos analistas– mantener movilizado a un verdadero y autentico ejercito de seguidores que hasta hace poco se hacía ver y oír en Facebook, pero que puede pasar directamente a la calle.

Tal vez el mayor error que puede cometerse frente a los «trumpismos» de cualquier color –que los hay– sea el de autoconvencernos de que existe una diferencia entre los de izquierdas y los de derechas. No hay tal distinción, unos y otros se encuentran en los mismos extremos evidenciados en gente que se sirve del pueblo para su propio y particular beneficio, justo con los argumentos de muy efectiva brocha gorda que este quiere oír. Eso es todo, por mucho que los partidos de corte convencional progresistas o conservadores pretendan, dentro de una estrategia siempre cortoplacista, señalar como único objeto de peligro al populismo situado en el espectro ideológico de enfrente. El inquietante «mal perder» de Trump debería llamar a no pocas reflexiones entre quienes creen que las reglas del juego se mantienen y defienden solas, sobre todo porque no es el expresidente «in pectore» el único al que se le percibe la tentación de sentarse en el juego democrático frente a sus adversarios tratando de inclinar el tablero. No hace falta viajar a EEUU para comprobar que atacar a la clave de bóveda de un estado, horadar la independencia del poder judicial y el papel del legislativo entre otros «tics» más correspondidos con lo que sucede en la otra América del sur, también alertan sobre esa tendencia a inclinar el tablero. La sombra del «trumpismo» es inquietantemente alargada.