Opinión
Si no lo puedes explicar...
Existen dos máximas en la llamada vieja política que se ajustan casi como un guante a una situación actual que, con independencia del beneficio estratégico para unos u otros, clama por unos presupuestos a los que agarrarnos, sean más o menos realistas. Una es la que reza «si no puedes convencer a tu adversario, confúndelo» y en honor a la verdad no han sido pocas las ocasiones en las que los estrategas del ejecutivo han conseguido con notable tino confundir a la oposición de la derecha en un claro ejercicio de repetir muchas veces verdades no precisamente absolutas sobre la actitud del adversario político. Aquí Ciudadanos y en alguna medida el PP pueden dar buena cuenta de ello. La otra máxima es la de «si no puedes explicarlo plantéate no hacerlo» y en esta, a diferencia de la anterior, el partido teóricamente dominante en el gobierno de coalición tal vez no haya estado tan ducho, sobre todo con la muy reciente referencia que ha supuesto la polvareda a propósito del aún no concretado apoyo de Bildu a los presupuestos fruto de un acuerdo, primero justificado y después directamente negado. La suma de casi doscientos escaños apoyando el primer corte de los grandes números del país propuestos por el ejecutivo de Sánchez es ciertamente inédita, máxime cuando hablamos de un momento en el que quedaron para el recuerdo las mayorías absolutas, pero el coste de ese numero incluyendo a los abertzales tal vez no haya sido lo bastante ponderado de inicio y, en efecto, más de un dirigente socialista –no precisamente situado entre el elenco de «barones contestones»– no ha dudado en subrayar «sotto voce» la citada máxima contraria a acometer lo que a posteriori no se podrá explicar. Esta ha sido con diferencia la primera asignatura por aprobar desde un ejecutivo al que no se le puede reprochar precisamente la capacidad de reacción ante los embates de la derecha. Iniciativas como la del relator en la anterior legislatura, el amago de reforma de renovación del CGPJ, la derogación de la reforma laboral acordada precisamente con Bildu o el IVA de las mascarillas entre un extenso elenco traen a colación la machacona máxima sobre el coste de lo que difícilmente podrá explicar a parroquias propias o ajenas con un mínimo de facilidad. Los presupuestos acarrearán estabilidad. La cuestión es si ésta por elevación traerá más coherencia en las decisiones. Veremos.
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