Opinión
El Rey Midas
La relación del Gobierno Sánchez-Iglesias con el poder judicial no es nada buena. Sus ministros, especialmente los de Podemos, critican las sentencias, fallos y resoluciones sin pudor alguno, desde Podemos descalifican a jueces y tribunales sin ningún recato, y todo ello en un contexto donde un Gobierno diseña iniciativas que interfieren en el poder judicial sin reparo alguno; todo ello genera situaciones no solo perjudiciales sino anti-judiciales. La división de poderes y la independencia judicial son la mejor vacuna de una democracia frente a cualquier amenaza. Atacar al poder judicial y poner en peligro la independencia de un poder del Estado son formas de amenazar a la democracia. Todo indica que en medio de una pandemia Sánchez se está contagiando de la ideología de Podemos. Estamos en un momento extremadamente peligroso donde en el Gobierno central se han representado como prioridad la estrategia política antes que las políticas de Estado, y por eso, en vez de una Ley de Pandemias prefieren aprobar una Ley de Eutanasia, y por eso, en vez de decirnos la cifra real de muertos por el Covid prefieren insistir en las personas que murieron en la Guerra Civil; prefieren hablar de sedación, mientras buscan indultar reformando la sedición. Estamos ante alguien que está pagando todos los peajes y cediendo a todos los chantajes. Lo hemos visto con los Presupuestos, los más caros de la historia en términos democráticos, patrióticos y de políticas de Estado. En el altar presupuestario, Sánchez ha sacrificado la lengua común, el dolor de las víctimas del terrorismo, la presencia del ejército en lugares clave y el sistema competencial del Estado en materia fiscal. Para que no le tumben sus presupuestos ha preferido arrodillar al Estado, y lo seguirá haciendo para sacar sus leyes. Cesión tras cesión a los que quieren la secesión. También pareciera que en España hay un Gobierno A y un Gobierno B.; el gobierno A lo preside Sánchez y el Gobierno B lo preside Iglesias. En el Gobierno A se sientan los ministros, apretados porque la mesa no da para tantos; en el Gobierno B se sientan Otegi y Rufián, los presos independentistas y es sensible a influencias que proceden hasta de Waterloo. El problema se agrava más si cabe porque el Gobierno B manda más que el Gobierno A. El Estado de Alarma es más que una realidad jurídica y política. El Estado de Alarma es la metáfora del Gobierno Sánchez, porque su estilo Midas consiste en convertir en alarma todo lo que toca. Por eso, a la alarma real sanitaria se ha añadido una grave alarma económica y social, una grave alarma política e institucional y una grave alama constitucional. Como decía Kennedy: «Si se llegara al punto en el que cualquiera por la fuerza o la amenaza pudiera desafiar los mandamientos de la justicia y la Constitución, ninguna ley estaría libre de duda, ningún juez estaría seguro de su mandato y ningún ciudadano estaría a salvo ni siquiera de sus vecinos». Hoy toca más que nunca defender al Estado, y máxime cuando el Gobierno desiste de ello.
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