Opinión
Un buen Rey bueno
El acoso que desde la izquierda radical se está perpetrando sobre la Jefatura del Estado encarnada en nuestro Rey Felipe VI comienza a ser muy peligrosa, y no tanto por los exabruptos y sandeces que desde responsables de Podemos y sus adláteres se producen, sino por la escasa defensa que de la institución se hace desde el PSOE. Que el PSOE con su máximo responsable a la cabeza ha dejado de ser un partido de Estado. ya se ha comprobado tras sus acuerdos con todos aquellos cuyo único fin es volar el Estado, independentistas, herederos de Batasuna, golpistas, en definitiva, toda una nómina de selectos enemigos de España, y lo que nos queda por ver. Independentistas que no condenan el golpe de Estado en Cataluña, independentistas que no condenan los crímenes de ETA, comunistas que no condenan el genocidio de Stalin exigen al Rey todavía no sé qué, y desde el Gobierno tan solo se produce el silencio, una obscena equidistancia y lo que es peor, un intencionado confusionismo. Resulta obvio que un porcentaje mínimo de ciudadanos, que son los que apoyan a Podemos y otras fuerzas anticonstitucionalistas, no puede imponer nada si los grandes partidos están con la Constitución, pero si uno de estos abandona este cometido o cuando menos lo hace a tiempo parcial, estamos ante una compleja y difícil situación; por cierto, no inédita en España, pues ya ocurrió en el 36, donde el sistema republicano sufrió una mutación constitucional en la cual se contextualizó el golpe de Estado. Para los demócratas nuestros verdaderos enemigos son los enemigos de la ley y por eso creemos de verdad en las instituciones y en el estado de derecho, y asumimos sus consecuencias nos plazcan o no. La defensa de la Constitución, y en especial de su artículo 56, se hace más necesaria; recordemos que este precepto subraya, por un lado, la superior posición de la Corona, situada por encima -formal e institucionalmente, que no en poder político- de los poderes del Estado, especialmente, de las Cortes Generales y del Gobierno; y, por otro, su significación y relevancia dentro de la forma política del Estado, definida en el artículo 1.3 como Monarquía parlamentaria. La Corona representa la unidad del Estado frente a la división orgánica de poderes e igualmente al Estado español como uno y único, y esto lo defenderemos con renovadas fuerzas siempre superiores a los disolventes antes referidos. Tenemos la suerte de contar con un gran Rey que ejerce de forma excelente y sublime la Jefatura del Estado y que asume sus obligaciones con ejemplaridad; el art. 61 de la Constitución determina que “El Rey, al ser proclamado ante las Cortes Generales, prestará juramento de desempeñar fielmente sus funciones, guardar y hacer guardar la Constitución y las leyes y respetar los derechos de los ciudadanos y de las Comunidades Autónomas”, nuestro Rey cumple con sus deberes constitucionales de forma exquisita, ojalá pudiéremos predicar lo mismo de nuestro jefe de gobierno y de todo el gobierno, un gobierno grande en dimensión pero muy empequeñecido en la defensa de España.
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