Opinión

El «rubicón» del 21

Efectuados los balances del que, sin ninguna duda pasa por ser el peor año en lo que llevamos del siglo XXI, tal vez lo que proceda es tender la mirada hacia el que comenzaba ayer presentándose ante todos nosotros con un trufe de esperanza y de inquietud, de esas que erizan el vello teniendo en cuenta que nos encontramos en el mismísimo filo entre lo que debiera ser el principio del fin de esta calamidad sanitaria y económica y un panorama de reconstrucción casi de post guerra, que mal gestionado en lo económico podría dejar al 2021 como la segunda temporada-secuela de una serie de terror. Este nuevo año va a resultar todo un paso del rubicón para una sociedad española que demandará de sus dirigentes dar lo mejor sin ruindades ni tacticismos políticos, justo lo contrario de lo visto y oído hasta ahora.

Si fraccionáramos el área de acción tendríamos un «quesito» con tres grandes porciones, la primera, el reto sanitario que medirá la eficacia de nuestras instituciones y sus responsables haciendo llegar de manera ordenada y ponderada la vacuna a la inmensa mayoría de la población. El sentido del civismo volverá a ponerse a prueba porque ni geles, ni mascarillas ni distanciamientos físicos van a desaparecer. Tardarán en volver los tiempos de los «achuchones» y, con alguna lección aprendida habremos de ir definiendo sin demagogias baratas que sanidad tenemos y que sanidad queremos.

La segunda pasa por el reto de la muy renqueante economía. La gestión del maná de fondos europeos será clave y tal vez por ello sea más necesario destinarlos sin oportunismos partidistas allá donde más se necesiten. Ni un céntimo de euro ha de tener color morado, naranja, rojo o azul. Se trata de no retroceder más aún incurriendo en errores recurrentes y no tan recientes como la incapacidad para afrontar los problemas estructurales de este complejo país. O se hace bien o el tsunami del que aún solo se vislumbra el vapor nebuloso llegará.

Y la tercera es la porción institucional. Difícilmente se sacarán con nota las dos anteriores en un estado en el que desde instancias nada menores se cuestiona la monarquía parlamentaria, se pone en entredicho de palabra y hecho la división de poderes y se tratan de dinamitar los cimientos de la unidad territorial. Tres «miuras» plantados ante un año con visos de pasar a la historia por el todo o por el nada. Veremos.