Política

No es el Gobierno que necesita España

Este Gobierno nació con un mal que se ha ido acrecentando con el paso del tiempo, un año exactamente desde su toma de posesión: fue anunciado como una coalición para impedir que la derecha volviese a gobernar en este país y, como hasta ayer mismo ha dicho su vicepresidenta, «ha realizado un trabajo que es bueno para la izquierda de este país». No para el conjunto de los españoles, se sitúen en la opción política que se sitúen, sino para un programa de izquierdas –si acaso existiese– absolutamente superado por los hechos, la condiciones impuestas por la Unión Europea de contener el gasto y la crisis económica sobrevenida por la pandemia Todo lo demás es ideología, propaganda y marketing político. He ahí la razón de la radicalización política que vive el país, arrastrada por un sectarismo estéril cuyo mayor fruto es el de una sociedad dividida por múltiples batallas, por las llamadas culturales algunas, y otras que afectan directamente al corazón del sistema: división de poderes, independencia de la Justicia y normalización de una agenda política que propone abrir un proceso constituyente y una futura república plurinacional, tal y como ha sido propuesta por el vicepresidente Pablo Iglesias. Es la estrategia del populismo, abrir trincheras donde antes había acuerdos, marginar a la oposición, especialmente representada por el PP, de cualquier pacto de Estado, y situar por fin la figura del Jefe del Estado en el centro del tablero político con el objetivo de provocar la erosión de la Monarquía parlamentaria. Esta es la herencia política que, hasta el momento, ha dejado el Gobierno de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, fruto del acuerdo de coalición y de la falta de sentido de Estado del líder socialista, capaz de anteponer sus aspiraciones al deterioro de las instituciones. Suponemos que no ha medido los efectos de apoyarse en todos los partidos anticonstitucionales, de ERC a EH Bildu, y de romper los puentes con el PP. Es, por lo tanto, un Gobierno marcado por dependencias muy tóxicas, de ahí que su gestión económica haya estado bloqueada, o marcada por la imposibilidad de sacar adelante sin grandes cesiones los presupuestos, fundamentales para recibir las ayudas de la UE.

Según un sondeo de NC Report, la valoración en este aspecto es de 3,7 puntos. El rechazo al Gobierno de coalición es general, tanto en su pacto con Iglesias –un 50,6% es favorable a romperlo– como en los apoyos recibidos por los independentistas de ERC y EH Bildu –el 62% es contrario–, mientras el 44,5% es favorable a contar con PP y Cs para grandes acuerdos (44,5%). Es sintomático que sean los de Unidas Podemos los ministros peor valorados (Iglesias, Irene Montero y Garzón), frente a Margarita Robles, que tiene mayor reconocimiento, trazando un perfil de lo que en estos momentos busca la sociedad española.