Opinión

Desigualdad política

En España resulta muy fácil ser de izquierdas gracias a esa superioridad moral que inspira la actuación política en este flanco ideológico, y que tan aplaudida es por ciertos medios de comunicación. Esa sensación y convicción de que siempre se tiene la razón, de que en cualquier debate siempre se está en el lugar correcto, debe ser extremadamente gratificante, sino fuera porque esta facilidad para hacer política te hace ramplón y medianero, huyendo de la excelencia como gato escaldado, no vaya a ser que haya que esforzarse. La izquierda en España es impenetrable a la gestión y en muchos casos a la moral. Por si fuera poco, la falsa intelectualidad, la de algunos charlatanes, sale permanente en defensa cada vez que cometen un error, si es que eso fuera ontológicamente posible, de tal suerte que, aunque te equivoques en tu discurso y metas la pata hasta atrás, no hay problema, siempre habrá una legión de opinadores que saldrán en auxilio. Un político de centro derecha no corre igual suerte, está sometido al permanente escrutinio de unos y de otros y si mete la pata, está perdido, no hay remedio. Pero esto también tiene una debilidad, te confías, no te preparas para la gestión ni para los momentos difíciles, te conviertes en un ventajista, porque otros lo harán por ti, y al final, se termina cayendo en tantos errores que ni la tupida red que han creado ciertos medios de comunicación y determinadas organizaciones te salva. En este contexto la situación actual con el Ministro Illa es extremadamente grave; estamos ante el Ministro del virus descontrolado en Madrid en el mes de octubre con una incidencia menor a la que tiene España en estos momentos, el Ministro que comenzando ya su campaña electoral sometió a la Comunidad de Madrid a un tan innecesario como vergonzoso estado de alarma, y que en estos momentos contiene la respiración esperando que la curva de contagios se doblegue; a nadie se le escapa que sus urgencias electorales están muy presentes; recordemos a la presidenta de la Comunidad Balear que se saltó su propia restricción de movilidad nocturna para disfrutar de una cena con copas, y no pasó nada. Que en España existe una doble vara de medir según la cual a la izquierda se le consiente absolutamente todo mientras que la derecha debe hacerse perdonar continuamente hasta su existencia, es algo tan claro que no merece la pena enumerar más ejemplos. Esta situación solo se revierte con educación, cultura y pluralidad en los medios de comunicación, puesto que esta doble vara de medir denota una falta de honestidad que al final saldrá a relucir. No sabemos qué va a ocurrir definitivamente con las elecciones en Cataluña, pero lo que se debe tener claro es que la responsabilidad de la situación actual es del gobierno de España que no ha querido cambiar la ley electoral o utilizar el monstruo jurídico que han creado con el decreto que declaró el estado de alarma y no los jueces. Lo que pase en Cataluña será responsabilidad del Gobierno de España.