Opinión

La pena perpetua para el PP

A estas alturas no hay nada nuevo, salvo el profundo odio de la izquierda política y mediática.

Es interesante constatar la inmensa desfachatez del PSOE con el tema de la corrupción. Sus dirigentes son unos auténticos desahogados y hay que reconocer que les funciona gracias al apoyo que reciben de la izquierda mediática. Cuando el PP llegó al poder en 1996, tras la derrota del felipismo, que es la etapa de corrupción más escandalosa protagonizada por un partido, consideró que sus adversarios habían pagado en las urnas las tropelías cometidas. No se les ocurrió montar comisiones de investigación o buscar la «x» del GAL. El espíritu tecnocrático que anida en el alma de los populares hizo que se centraran en resolver la crisis económica y emprender la recuperación. En cambio, el PSOE siempre pone en marcha el ventilador de la corrupción y sus políticas de ingeniería social, ahora agravadas con la presencia de los comunistas en el gobierno. No hay duda de que hubo políticos corruptos en el Partido Popular, pero esos casos han acabado en los tribunales de Justicia y el partido ha sufrido un fuerte castigo electoral. Es bueno recordar que el PSOE, que había perdido las elecciones, consiguió llegar al poder gracias a una moción de censura.

A estas alturas no hay nada nuevo, salvo el profundo odio de la izquierda política y mediática contra el PP. Las declaraciones de Luis Bárcenas no aportan nada nuevo y está ejerciendo su legítimo derecho de defensa. En cualquier caso, aunque existieran pruebas, la realidad es que Pablo Casado y su equipo ganaron el congreso del PP enfrentados a la candidata de Rajoy. No sólo eso, sino que el expresidente del Gobierno tuvo un papel activo en la campaña para conseguir la victoria de su patrocinada pero fracasó. Nunca me ha parecido bien romper con el pasado, porque en aquellos años se hicieron muchas cosas bien y otras, aunque menos, mal. El PSOE quiere condenar a Casado y al Partido Popular a una cadena perpetua por la que tenga siempre que pedir perdón sin importar la verdad, la presunción de inocencia y la nueva etapa que se vive en el partido. Lo hace por una cuestión meramente partidistas buscando réditos electorales. Es un comportamiento descarado, teniendo en cuenta la corrupción que se ha vivido en el PSOE desde la Transición hasta nuestros días. Es tan injusto culpar a Casado de esta corrupción como hacerlo con Sánchez a costa del felipismo, los GAL y los ERE de Andalucía. Ni uno ni otro son partidos de la corrupción o máquinas de dinero negro.