Estados Unidos
Flores, un sex shop y una película sobre el final de Trump
Todo resultó un perfecto descacharre e incluso se organizó una «carrera del fraude» de 11 millas de distancia, las que median entre el hotel y el vivero del mismo nombre
Hoy, en grandes momentos de la historia americana vamos a contar cómo una floristería de las afueras de Filadelfia ha terminado anunciándose en la Súper Bowl gracias a una surrealista comparecencia política. Nadie sabe todavía por qué el abogado de Trump, Rudolph Giuliani, denunció el fraude electoral contra su cliente en el parking de un vivero ubicado en un polígono industrial, entre un sex shop y un crematorio. Pero fue un digno final de una trayectoria política más bien disparatada.
Era el 7 de noviembre y el todavía presidente anunciaba a sus 88 millones de seguidores a través de su cuenta de Twitter una «gran rueda de prensa» en el Four Seasons de Filadelfia, un edificio de 60 plantas diseñado por Norman Foster, una cadena de lujo como es menester. Sin embargo, unas horas después, Trump precisaba que se trataba del Four Seasons Total Landscaping. Bueno, poco importaba, el nombre sonaba a tope de gama. Pero se ve que alguien de su equipo, demasiado preocupado o cansado después de cuatro noches contando votos y alentando la conspiración, no terminó de mirar bien el lugar de la convocatoria. Y resultó ser el parking de una empresa de jardinería, avecinado con un horno crematorio y un enorme sex shop. Allí montaron la escenografía para la comparecencia de Giuliani mientras el presidente jugaba al golf en Virginia y nadie cuestionó nada. Se presentó Giuliani para absoluto regocijo de la oposición demócrata y de los hacedores de memes, que captaban el letrero de «Fantasy Island» anunciando dildos y la solemne última parada para la carne mortal como dos campos semánticos más fértiles para las metáforas sobre el casi ex presidente. Todo resultó un perfecto descacharre e incluso se organizó una «carrera del fraude» de 11 millas de distancia, las que median entre el hotel y el vivero del mismo nombre, que cualquiera podía recorrer virtualmente.
El equipo de Trump trató de dar explicaciones sobre la supuesta afinidad de los propietarios de la tienda y su parroquia con la causa trumpista, pero los dueños del local tiraron por tierra toda justificación. Pero el feúcho negocio, de apenas 3,1 estrellas para los usuarios de Google el día de la irrupción republicana, se convirtió en centro de peregrinaje y lugar de culto para el surrealismo político. Vendieron 1,3 millones de dólares en camisetas y tal ha sido su gloria que han emitido un anuncio en el descanso de la SuperBowl, donde los 30 segundos se pagan a 5,5 millones. Un documental dirigido por Christopher Stoudt y producido por el ganador de un Oscar Glen Zipper contará esta enternecedora historia.
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