ETA

La apisonadora

Ni un millón de apisonadoras borrarán el dolor que una gran mayoría de españoles experimentan aún, recordando décadas de atentados.

La escena me resultó anodina, decepcionante. Una muy mala idea, que me perdonen sus creadores. No lució la apisonadora que había alquilado el Gobierno para aplastar esas mil y pico armas de terroristas, para decirnos que lo de ETA y otros de su calaña es cosa del pasado. No funciona el show mientras, en los despachos, se están decidiendo a toda velocidad acercamientos de presos etarras y se cierra la transferencia de la gestión de las cárceles vascas a Vitoria.

Tampoco convence la imagen de un acto simbólico sin ex presidentes del Gobierno que hayan querido acercarse, sin oposición, sin la presencia de todas las asociaciones de víctimas. Solo se me ocurre que Moncloa haya querido hacer, con esa apisonadora alquilada, una escenificación previa a la celebración, la semana que viene, en Madrid, del día europeo de las víctimas del terrorismo. Me temo que les ha salido el tiro por la culata (nunca mejor dicho).Es curioso, este Ejecutivo ha demostrado una excelente memoria histórica exhumando a Franco y retirando todas sus huellas del paisaje y, sin embargo, se muestra conciliador e incluso pacta con los herederos de ETA, decidido a blanquearlos, mientras proclama el triunfo del Estado de Derecho. En 2021, recuerden, quedan aún más de 300 asesinatos etarras sin resolver. En 2021, alucinen, Arnaldo Otegi es considerado un hombre de paz en ciertos ámbitos políticos. No entiendo nada. Ni un millón de apisonadoras borrarán el dolor que una gran mayoría de españoles experimentan aún, recordando décadas de atentados. No había nada que celebrar ayer, en aquella explanada desangelada.

Menos mal que en estos días de tanta crispación política, surgen motivos para la esperanza de esta España cansada, en estado de fatiga pandémica: las vacunas del coronavirus han conseguido rebajar ampliamente los contagios en las residencias de mayores, desciende poquito a poco la curva mortal y, atención, porque la vacuna rusa “Sputnik” podría ser admitida en breve por la Agencia Europea del Medicamento. Sería, sin duda, la mejor noticia en una Unión Europea escasa de dosis para inocular en masa a sus ciudadanos, consciente de que este verano el pasaporte COVID puede salvar del desastre económico a sus socios y temerosa, ante el inquietante avance de las nuevas cepas. Que llegue pronto la rusa, mientras fantaseamos con la china.