Opinión

Puigdemont, el vivales de Waterloo

La descomposición del PDeCat le ha dejado todo el campo libre en el espacio del centroderecha independentista

No hay duda de que Puigdemont se ha convertido en un auténtico incordio. Su sombra planea tanto sobre la Moncloa como la Generalitat. Está condicionando la formación del gobierno catalán. El voto favorable de los socialistas para que perdiera la inmunidad hace imposible cualquier solución que los incluya. Laura Borrás, la vicaria del fugado, se pondría las botas atacando a ERC. No imagino al frágil Aragonés afrontando estos ataques. Estaríamos ante una ruptura que incendiaría la calle y es algo que no se puede permitir el independentismo. La inestabilidad sería muy grande y JxCat es una formación muy sólida en contra de lo que soñaban algunos. La descomposición del PDeCat le ha dejado todo el campo libre en el espacio del centroderecha independentista. El premio final sería quedarse fuera del gobierno y que ERC se apoyara en el PSC a cambio de los indultos y algunas migajas adicionales. La cuestión de fondo es que ahora no va de gobernabilidad o competencias, sino de sentimientos e ideología. Este es un terreno que Borrás y su equipo, bajo la dirección del vivales de Waterloo, manejan con gran habilidad. Hay que tener en cuenta que Junqueras ha vuelto a la cárcel y Aragonés es tan flojo como voluntarioso.

La otra derivada es la estabilidad del gobierno socialista-comunista, porque todo se complica con Puigdemont y el regreso a la cárcel de Junqueras y los otros presos. Sánchez vive instalado en una montaña rusa, aunque tiene la ventaja de que es el inquilino de La Moncloa y sus adversarios están llenos de problemas. No hay alternativa. Ni siquiera las bravuconadas de Iglesias tienen recorrido, ya que la ruptura de un gobierno que creo tantas expectativas le mandaría a la papelera de la Historia. Al principio creía que realmente su sueño era regresar a la Universidad y dedicarse a las tertulias, conferencias y escribir. He descubierto que no es el idealista que pensaba. Por tanto, Sánchez solo tiene que tener mucha paciencia y dejar que se ahorque solo. El tema catalán es mucho más complicado y la solución no es fácil, porque tendrá que romper el huevo si quiere hacer una tortilla. Ceder o no ceder, esa es la cuestión. El inspirarse en la famosa indecisión del Hamlet de Shakespeare viene muy bien, porque la vida está llena de disyuntivas. Sánchez es valiente y el triunfo nunca lo consiguen los pusilánimes, pero también existe el riesgo de perder.