Toni Bolaño

¡La que nos espera!

A las 9 y media de la mañana, en la entrada porticada del Parlament de Catalunya los diputados independentistas se agolpaban a la espera de la llegada de la «heroína» del día, la exconsejera de Agricultura del Govern de Puigdemont que llevaba «exiliada» en Bruselas desde el 2017, aunque no tenía orden de busca en Europa. Las distancias de seguridad brillaban por su ausencia y cuando llegó Serret abrazos, lloros y besos por doquier como si no hubiera un mañana. Fue toda una «perfomance», con mucha emoción, ingrediente básico para hacerla creíble. La pregunta es por qué tanto aspaviento por una consejera que había fijado su residencia en Bruselas porque le dio la real gana. El interés de la justicia por su caso era ínfimo. No merecía la pena.

Tan emocionada estaba la horda de diputados que se pasaron por el forro las normas de seguridad sanitaria de su propio gobierno, pero cuando entraron en la sala donde se procedió a la sesión constituyente del Parlament, habilitada para la ocasión, respetaron las normas de seguridad. Parecía una broma. Fuera las normas fueron una entelequia, dentro la sesión ni se hizo en el hemiciclo por respetar la distancia de seguridad. Qué debieron pensar los comerciantes, los hosteleros, los bares, los gimnasios, que han padecido un cierre en el que ha muchos les costará levantar cabeza. Los únicos grupos que cumplieron las normas fueron Socialistas, Comunes, Ciudadanos y Populares. Los independentistas le hicieron la peineta a su propio gobierno. VOX tres cuartos de lo mismo.

No entiendo muy bien todo el espectáculo. ¿De qué es heroína la señora Serret? ¿De ser víctima de la represión? ¿De qué represión? Serret se fugó con Puigdemont. A escondidas en un coche. Y a escondidas en un coche ha vuelto, aunque podía volver desde que se fijó la sentencia del procés en 2018. Solo puede ser acusada de desobediencia, que no comporta pena de cárcel, solo inhabilitación por menos de dos años, porque decayó el delito de malversación. ¿Por qué no lo hizo entonces? ¿Por qué ahora?

Dice Serret que lo hace para hacer política, pero como dice el dicho a otro perro con ese hueso. Ayer dijo en Catalunya Ràdio que no sabía si estaba fuera de la estrategia de Bruselas y que no sabía si la estrategia de ERC y de Junts es la misma. Con este grado de conocimiento, ayer cogió su acta de diputada. Entró en España por Euskadi, durmió en territorio nacional. Nadie la detuvo, Llegó al Tribunal y nadie la detuvo. El juez la dejó en libertad, sin ningún tipo de condicionantes. Nadie la detuvo. Se pudo ir a su casa, y en plena efervescencia represora, como certifica el argumentario independentista, llegó al Parlament en la que los «perseguidos» independentistas pueden hablar, decidir, votar e, incluso, ganar. Nadie los detiene. Declarará el 8 de abril, y será condenada. No será detenida, pero qué gran evento montarán sus compañeros de bancada ondeando la bandera de la libertad –espero que no sea la misma de IDA (Isabel Díaz Ayuso)– contra la represión del Estado –vaya, el mismo que tiene madrileñofobia–, cuando sea inhabilitada. ¿Es esta la razón de la vuelta de la muy heroína Serret? Por cierto, en Bruselas era la cabeza de la delegación catalana ante la UE. No vivía en la indigencia.

Después Borrás fue elegida presidenta del Parlament. Estuvo a punto de morder el polvo. El miércoles por la noche Meritxell Budó preparaba sus mejores galas para asumir el cargo porque Borràs iba al gobierno. No pudo ser porque, en este buen rollo, ERC dejó claro que no la quería ni en broma, que no iban a permitir que se condenara a su vicepresidenta por corrupción. Tampoco tenía todos los apoyos Borràs en su partido, y ha acabado en el Parlament. Pasará a la historia, será Borràs la breve. Presidirá un Parlament que nace cojo e inestable, porque la CUP no la ha votado por las sospechas de corrupción. O sea, empezamos legislatura con una presidenta con juicio abierto y con probable condena. ¿En serio que era necesario? Ahora se iniciarán las conversaciones para formar Govern que auguran ser entretenidas. El independentismo está junto, pero no revuelto. Su unidad se basa en la necesidad de mantener vivo el agonizante mantra del procés. Aragonés será president con un alto coste. Sus socios lo querrán cocer a fuego lento cada día. Una legislatura convulsa y desleal empieza a dar sus pasos. «Un vietnam diario», en palabras de Joan Tardà. ¡La que nos espera!