Opinión

Sánchez, el vacunador

No conozco ningún político, sobre todo en la actualidad, al que le guste dar malas noticias

La hipocresía nacional, especialmente en la política, siempre me ha parecido fascinante. No conozco todos los países, por lo que supongo que no somos una excepción y será propia de la condición humana. Sánchez está recibiendo críticas, tanto de periodistas como de políticos, por hacer, precisamente, de político y ofrecer sólo buenas noticias dejando los “marrones” para sus ministros. No hay duda de que si Gabilondo hubiera conseguido ser el presidente madrileño se habría adjudicado el triunfo.

Ahora ya sabemos que fue culpa del candidato, la Federación Socialista Madrileña (FSM) y su secretario general, Jose Manuel Franco. En este último caso dimitió raudo y veloz asumiendo gozoso el papel de víctima propiciatoria, porque el bien principal a proteger era seguir como secretario de Estado de Deportes. Estoy convencido de que fue un alivio abandonar el otro cargo que es lo más similar a un potro de tortura en versión política. Gabilondo fue candidato a su pesar, quería ser defensor del Pueblo, un bien retribuido chollo constitucional, y le ordenaron que no recogiera el escaño. Finalmente, la única que no dimitió, no sé si lo intentaron, es la FSM y ya se encargará La Moncloa de buscarle un mayordomo de palacio.

En este caso, ha hecho exactamente lo mismo que haría Casado en su lugar. Hay que salvar al líder. No conozco ningún político, sobre todo en la actualidad, al que le guste dar malas noticias o asumir sus fracasos. No me sirve Iglesias como ejemplo, porque ahora ya sabemos que tenía organizada su chollo-marcha incluido el cortarse la coleta. Y llegamos a la cuestión de la vacunación. España es uno de los países del mundo donde existe un porcentaje más elevado de personas que se quieren vacunar.

No conozco a nadie que no esté ansioso de recibirla y a los que les ha tocado la de AstraZeneca están al borde de organizar uno de esos motines de subsistencias que eran comunes en Europa hasta el siglo XIX sino les suministran la segunda dosis. En este clima de efervescencia vacunadora es lógico que anuncie la llegada de las vacunas como si fuera un éxito personal. Es lo que haría cualquier político en su lugar. No es necesario que se pongan contadores en las calles. La realidad es que todos queremos olvidar este largo periodo «covitiano» y el optimismo partidista de Sánchez al igual que las críticas que recibe resultan tan entrañables como hipócritas.